domingo, 5 de marzo de 2017

(JenLisa) Un Ángel en el Bosque -Mini Serial- Capítulo 3 [Final]


          Nota: ¡Ya está el último capítulo aquí! Es cierto que es una historia bastante corta, pero no quería alargarla y que se hiciera muy pesada, creo que así está perfecta. Espero no haberos decepcionado con la historia y que disfrutéis con la lectura. ❤


          Sentada en la sala de estar de su casa, Jennie esperaba la vuelta de su padre. Ya había anochecido cuando el hombre entró en la casa.

          -¡Jennie! ¿Dónde estabas? -su padre parecía de lo más contento, más de lo habitual.

          -Padre me gustaría que mantuviésemos una conversación.

          -Claro, dime -el alcalde se sentó al lado de su hija, sin ser consciente de que se trataba el tema que su hija pensaba sacarle.

          -He visto una serie de cosas... Papeles y un proyecto en proceso que no me ha gustado nada y que creo que a la gran mayoría de la población tampoco le va a gustar -Jennie levantó la mirada para clavársela en los ojos de su padre.

          -No sé a qué te refieres, hija mía.

          -Del proyecto de construcción que has comenzado y que conlleva la destrucción de parte del bosque -la chica buscaba algo en su mirada que le dijera que era todo mentira o que se arrepentía, pero no veía eso que necesitaba para saber que su padre era el que creía y no la imagen tan negativa que se había recreado en unos minutos.

          -Cariño mío, no es nada malo. Gracias a eso vendrá mucha gente a visitar nuestro pueblo, será más grande y con mucha más vida... -su padre estaba muy tranquilo e incluso lo veía como disfrutando por lo que estaba haciendo.

          -No, papá, he visto en tus papeles la cantidad de dinero que te vas a embolsar gracias a ese proyecto. Te da igual que venga o no más gente, si no lo que vas a ganar. Dime que eso no es así -estaba siendo muy dura con su propio padre, le dolía la situación, pero necesitaba saber la verdad.

          -¿Y qué importa eso? ¡Es una buena noticia! Gracias a eso podrás salir del pueblo y estudiar en la mejor universidad de todo el país. No quedaras encerrada en este pueblo muerto del asco que yo mismo me encargaré de revivir.

          -¡No quiero irme del pueblo! ¡Soy muy feliz aquí! ¡Y no puedes hacer esas cosas sin el consentimiento de aquellos a los que te debes! -sin querer Jennie había subido el tono con su padre, lo que provoco que ambos acabaran enzarzados en una discusión.

          -¡No te permito que me hables de esa manera! ¡Soy tu padre y tienes que respetarme! ¡Es mi decisión y si yo quiero enviarte a la ciudad, te irás y punto!

          Jennie tuvo que morderse el labio para no responderle, se aguantaba las lágrimas por la impotencia que sentía ante esa situación. Sus palabras y su opinión ahí no tenían ningún valor, lo que estaba haciendo su padre le parecía algo horrible y ruin. Ese no era el padre que ella siempre había tenido como un buen y honrado hombre, no lo podía tener como el ídolo que siempre había creído.

          Apretando los puños con fuerza, Jennie se marchó hasta su habitación. Cerró la puerta con un portazo y dejó que las lágrimas salieran. Lloraba desconsoladamente tumbada en su cama. Eso no podía estar sucediendo ¿acaso había estado viviendo en una mentira?

          El tiempo pasó y Jennie acabó dormida por el cansancio, pero lo hizo pensando en Lisa y en las maravillas que el bosque escondía.

          Cuando despertó aun no había amanecido. Jennie tenía una idea y estaba completamente dispuesta a llevarla a cabo. Seguía muy enfadada con su padre y no iba a permitir que siguiera adelante con aquel atropello. Tal vez la podía considerar una niña tonta después de lo que pensaba hacer, pero poco le importaba, haría todo lo posible por el bosque.

          Se puso la ropa más vieja que tenía, se recogió el cabello en una coleta y salió a la parte trasera de la casa en silencio. Su padre estaba durmiendo tranquilamente, sin ser consciente de su pequeña escapada. Sin hacer ni el más mínimo ruido, Jennie rebuscó entre los trastos de un cobertizo donde tenían diferentes cosas.

          Tras un rato rebuscando, encontró una cuerda gruesa que era lo que necesitaba. Se la colgó del hombro y se alejó de su casa.

          El cielo aún estaba oscuro, pero no tardaría mucho en clarear. Tenía que llegar a la zona de construcción antes de que los trabajadores comenzaran su jornada. Era dificultosos caminar casi a oscuras entre parte del bosque pero Jennie supo moverse por esa zona que sí que conocía.

          Llegó cuando los primeros rayos del sol aparecieron en el cielo, Jennie ya se encontraba allí. Buscó el árbol que parecía ser la próxima victima a ser arrancado de cuajo. Tomó aire antes de hacerse un nudo con la cuerda alrededor de la cintura, y caminó cuidadosamente mientras giraba en torno al tronco del árbol igual que había hecho con su cintura. Al final, había quedado atada al tronco del árbol y visible a cualquiera.

          Cuando se percató de lo que había sido capaz de hacer, cuando se vio allí atada, una sensación de terror la embargó. Tragó saliva con miedo. Debía aguantarse, ser fuerte y mantenerse quieta ¿pero y si nadie se daba cuenta que estaba allí y una maquina se la llevaba por delante?

          Sacudió la cabeza. Eso no podía ser. Alguien la vería. Sin embargo los trabajadores llegaron y todos parecían ser completamente ajenos a la chica que estaba encadenada a un árbol. Sí que pensó que había sido una estupidez, Jennie quiso echarse a llorar, pero una voz la sorprendió.

          -¡Eh! ¿Qué se supone que haces ahí? -un hombre con un uniforme diferente al de los trabajadores, se fue acercando hasta a ella con paso firme. Ahora tenía que mostrar seguridad en sí misma y hacerle frente.

          -Lo siento pero no voy a permitir que sigáis destruyendo el bosque -Jennie alzo la voz para que le entendiera claramente. Junto a ese hombre, otros dos se acercaban.

          -No puedes seguir ahí, interrumpes nuestro trabajo -le dijo el hombre no de muy buenas maneras.

          -Bueno, eso a mí no me importa. No pienso dejar que sigáis con esta destrucción -la chica estaba temblando a pesar de que hacia todo lo posible para que no se le notara.

          -Por favor, no nos dificultes el trabajo. Te lo digo por las buenas, deja de incordiar, niña.

          -Me niego a moverme de aquí.

          -No nos dejas otro remedio. Chicos cortad las cuerdas y sacadla de aquí -cuando Jennie vio a los otros dos hombres acercarse a ella para desatarla entró en pánico.

          -¡Si me soltáis iré al pueblo a decir lo que estáis haciendo! -miraba al que parecía mandar, que se rio ante sus palabras.

          -Eso no nos incumbe a nosotros.

          -¡Como me toquéis se lo diré a mi padre que es el alcalde! -dijo como su última jugada que resultó funcionarle. Los dos hombres que la estaban intentando desatar se detuvieron. Miraban al que se mantenía alejado de brazos cruzados.

          -Y si eres la hija del alcalde ¿qué haces aquí?

          -Evitar que sigáis adelante. Ya te lo he dicho ¿es que eres sordo?

          -Mira chica, no estamos para estúpidos juegos de súper heroína de la naturaleza. Deja de jugar y déjanos seguir con nuestro trabajo. Tu padre debería saber lo que estás haciendo y regañarte.

          -¡Eso es! Llámalo, a ver qué opina, mientras tanto me dejáis aquí -sentenció Jennie.

          Negando con la cabeza, el hombre le hizo una señal a los otros dos y se alejaron de ella.

          Jennie tenía la cabeza muy confusa. Al menos ya sabrían que estaba ahí, pero no estaba del todo segura que con la llegada de su padre se fueran a solucionar las cosas. Esperaba que al menos se diera cuenta de lo que estaba haciendo al ver a su propia hija allí, arriesgando su vida.

          A su mente vino el níveo rostro de Lisa, su angelical mirada y el amor que desprendía por lo que la rodeaba. Parecía disfrutar mientras caminaban las dos por el bosque. Le enseñó cosas preciosas, la magia que aguardaba el bosque. Se preguntó dónde estaría Lisa ahora mismo, si sabría lo que estaba haciendo por la naturaleza que la rodeaba y si se acordaría de ella.

          Si no conseguía nada con todo ese paripé, iría corriendo a buscarla y ponerla en alerta. Aunque sí que es cierto que ella estaba mucho más informada con lo que estaba sucediendo que ella misma que habitaba en el pueblo.

          Estuvo un tiempo esperando. Muchos de los trabajadores que pasaban se quedaban mirándola como si estuviera loca. A alguno le mantenía la mirada para ver si la dejaban tranquila, pero no le funcionaba de ninguna forma. Al cabo de lo que le pareció media hora, el hombre que le exigía que dejase todo aquello apareció acompañado de su padre.

          Al verla allí entró en cólera. Jennie se lo esperaba, pero estaba completamente decidida a plantarle clara.

          -¿Se puede saber que estás haciendo aquí? -dando zancadas, el padre acabó ante su hija malhumorado.

          -Evitar que sigas con esto y cometas el mayor error de tu vida ¡esto no está bien! -Jennie miró a su padre desafiante. Este dejó escapar un bufido.

          -Mira Jennie este jueguecito tuyo ya debe acabar. Esto son cosas serias, cosas mías, de tu padre, las cuales debes respetar. No quiero volver a saber nada del tema, te van a desatar y te vas a ir a casa sin rechistar y sin hacer cualquier estupidez -muchos trabajadores se habían amontonado cerca para ver qué pasa. La sonrisa de triunfo del hombre que antes había intentado llevársela de allí le hizo sentirse furiosa.

          -Papá, esto no está bien. Entiéndelo... -comenzó a decir la chica pero su propio padre la cortó.

          -¡No! ¡Aquí la única que tiene que entender eres tú! ¡No debes interferir en cosas que no son de tu incumbencia! Te vas a casa ahora mismo y ya hablaremos sobre este tema.

          Jennie quería echarse a llorar cuando uno de los trabajadores se acercó a ella para desatarla. No opuso ninguna resistencia, simplemente se dejó hacer ya que consideraba que por mucho que se resistiera, su padre iba a seguir adelante con ese horrible proyecto. Sin embargo, uno de los concejales de su padre se acercó corriendo, muy angustiado.

          -¡Tenemos problemas! ¡La gente del pueblo se ha enterado de lo que su hija ha hecho, y con ello el proyecto de las obras, y se están amontonando en la entrada en busca de respuestas!

          El rostro de su padre se había vuelto pálido. Se pasó una mano por la cara y fue a seguirlo. Jennie ya estaba libre de las ataduras y decidió seguirlo para ver que sucedía. Si era algo que ella misma había causado, quería estar presente.

          Gran parte del pueblo estaba apostillado a la entrada de la zona de obras. Se oían protestas y voces pidiendo explicaciones. Alguien estuvo hablando con el padre de Jennie durante bastante rato. Cuando la chica volvió a ver a su padre, este tenía el rostro demacrado. Ella no sabía que había sucedido, pero era algo con lo que su padre no estaba de acuerdo.

          Con un megáfono, salió fuera. Jennie escuchó a su padre aclararse la voz antes de comenzar a hablar.

          -Querido pueblo. Sé que esto no lo esperabais...

          -¿Qué es esto? ¿Dónde está el permiso del pueblo para destruir nuestro bosque? -una mujer gritaba entre la multitud, acompañada por otras voces.

          -Lo sé, ha sido un error no haberlo consultado con todos vosotros antes de llevarlo a cabo. Por eso mismo hemos tomado una decisión. Se va a tomar un descanso en las obras para ver que opináis todos vosotros y saber si seguimos adelante con el proyecto o no -continuó su padre.

          -¡No queremos que destruyáis nada! -ahora era un hombre con la voz bastante ronca.

          -Vamos a tratar el tema, y si sale que el pueblo no quiere seguir con estas obras, se detendrán completamente -el alcalde sudaba por los nervios, pero sus palabras parecían haber ganado a toda la multitud, sobre todo a Jennie.

          Ella no pensaba que su acto tan estúpido fuera a servir para conseguir que todo se solucionase para bien. Estaba muy contenta con lo que había conseguido. Posiblemente luego tendría una dura conversación con su padre, pero eso ya no le importaba. Ahora quería compartir la hazaña con Lisa, solo con ella.


***


          No supo cómo, pero Jennie recordaba perfectamente el camino por el que Lisa la llevó hasta su pueblo. Pasó por la zona de esas flores tan maravillosas y le entraron más ganas de encontrarse ya con Lisa. Estaba segura que sería una gran noticia para ella y quería ser quien se la diera.

          El claro donde estaba la cabaña lo tenía frente a ella. Los latidos de su corazón aumentaron de la emoción, pero no le duró demasiado. El desosiego le llegó cuando al aparecer en el claro no vio la cabaña. Miró a un lado y a otro, pero no estaba la casa de Lisa. Ni siquiera había marcas de que alguna vez hubiera una vivienda allí. Tampoco había señales de Lisa.

          Por un momento la idea de que todo hubiese sido producto de su imaginación cruzó su mente. Pero no podía ser así, Lisa era tan real y cierta como ella misma.

          La llamó a gritos pero como respuesta obtuvo el silencio del bosque. Desconcertada, Jennie estuvo a punto de marcharse, sin embargo se percató de algo. Justo donde debía estar la casa de Lisa, estaba creciendo un cerezo. Era un brote muy pequeño, pero se veía tan hermoso.

          Jennie lo observó durante unos segundos, entonces tomó una decisión. Iba a cuidar de aquel pequeño árbol al que llamaría "Lisa".


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2 comentarios:

  1. Una historia bastante interesante la verdad,se me han hecho cortisimos los capítulos.Y respecto a la pareja utilizada para la historia me ha encantado,y no me importaría volver a leer algo sobre ellas ya que me ha fascinado su couple.Besoss y Cuídate.

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    1. ¡Muy buenas! <3

      Lo cierto es que cuando ideé la historia, me di cuenta que no daba para más que tres capítulo. La historia es buena, pero no había de donde sacar más. La pareja está muy bien, a mi también me ha gustado escribir sobre ellas dos y quien sabe, tal vez en el futura escriba más sobre Jennie y Lisa. ^^

      ¡Gracias por el comentario! <3

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