martes, 23 de enero de 2018

(Varias) The Secret -Serial- Capítulo 7



Capitulo septimo


            Desde que la Diosa había entrado en el templo junto con la Estrella tomando su mano, las sacerdotisas habían estado más ocupadas de lo que lo habían estado nunca porque su rutina se realizaba con serenidad y calma, puesto que si no era sí, sus rezos no servirían para nada; pero desde que habían dos hermosos seres celestiales a los que atender —y esperaban que muchas más personas con diversos poderes que habían ayudado en la llamada de la Estrella llegaran en los siguientes días—, las sacerdotisas no paraban ni un solo momento.


            La Estrella había llegado en una condición de debilidad muy grande debido al viaje que había realizado por el Universo y prácticamente se había desplomado en la entrada, por lo que las chicas la tuvieron que llevar a una de las habitaciones que habían adecentado para que ésta descansara y se fueron turnando entre las tres para vigilar que no le faltara de nada y que comiera y durmiera bien, mientras que aquellas que no estaban junto a la Estrella, se encargaban de que la Diosa estuviera también perfectamente y que obtuviera todo aquello que pedía al instante. Solo habían pasado dos días desde su llegada, pero a las sacerdotisas les parecía que habían sido veinte debido a la tensión por hacer algo que pudiera desencadenar la ira de aquellos dos seres que tenían el poder de destruirlas con una sola mirada.

            LuDa se encontraba en aquel momento con la Estrella, vigilando su sueño mientras pensaba en todo lo que había sucedido desde que había llegado al Templo, solo unos meses atrás; cuando la Estrella se incorporó lentamente de la mullida cama hasta quedar sentada. La sacerdotisa rápidamente se levantó del sillón en el que había estado las últimas horas sentada y fue hacia ésta.

            —¿Hay algo que necesite, mi Dama Celestial? —preguntó.
            —No necesito nada —respondió la otra, pero unos segundos después pareció cambiar de idea—. Sí, sí necesito algo.
            —Dígame lo que desea, lo haré de inmediato.
            —Llévame con la diosa.
            —Por supuesto.

★★★

No habían pasado más que un par de días desde que la estrella había caído finalmente en Cosmic Earth y desde que la diosa de la Paz la había recogido para llevarla hasta uno de sus templos, el más importante de todos ellos, pero Bona sentía que esos dos días habían pasado como horas a su alrededor. Estaba demasiado acostumbrada a observar aquel mundo desde los cielos, llevaba demasiado tiempo sin pisar con sus propios pies el lugar por el que los humanos que tanto ansiaba proteger caminaban, por eso estaba segura de que los días allí se le hacían tan cortos. Sin embargo, a pesar de aquello, la diosa estaba tratando de hacer todo lo que estaba en su mano para que la segunda parte de todo aquel plan que había pensado durante siglos saliera tan bien como la primera para así evitar que corrieran ríos de sangre por aquel hermoso planeta.

            La anterior vez, cuando todo se había vuelto prácticamente imparable, la sangre de los humanos corrió por la tierra y las aguas, cubriendo el planeta de un color escarlata que contrastaba terriblemente con el esmeralda y turquesa habitual… y Bona no quería por nada del mundo que aquello volviera a suceder. Pero para eso estaba allí YeonJung, para ayudarla a encerrar al causante de todos los males y la violencia en Cosmic Earth en cuanto escapara o mantenerlo encerrado si todavía estaban a tiempo para ello. EXY y SeolA la mantenían al tanto de toda la actividad que podían captar en aquella luna en la que estaba encerrado el dios de la Guerra y sus últimos informes no habían sido demasiado esperanzadores puesto que éste estaba recuperando todo el poder que le había sido quitado y no tardaría en tener el suficiente para escapar de aquella prisión.

            No obstante, Bona tenía que hablar con la estrella de forma seria sobre aquel tema porque aunque había sido llamada para conceder sus deseos y estaba dispuesta a ayudarla, tenía que saber exactamente cuál había sido el motivo por el que la habían llamado y qué era exactamente lo que necesitaban de ella. Pero desde que habían llegado al templo en su honor, YeonJung había pasado todo el tiempo en cama, recuperando todas las fuerzas que había perdido durante el largo viaje que había realizado a través del universo y la diosa no había tenido oportunidad de hacer nada más que esperar.

            —Mi Diosa —una voz dulce y tímida la llamó a sus espaldas y Bona se giró, encontrándose al hacerlo a la joven que solo hacía unos meses había enviado al templo, acompañada por la estrella—. Dijo que en cuanto la Estrella despertara la trajéramos a su presencia.
            —Muchas gracias, LuDa —respondió ella.

            La joven esbozó una pequeña sonrisa y después hizo una reverencia pronunciada antes de salir de la habitación en la que la diosa y la estrella se habían quedado a solas. Bona había estado esperando aquel momento impacientemente, pero controló sus sentimientos para que éstos no le nublaran el entendimiento e invitó a YeonJung a que se sentara junto a ella en el poyete de piedra que se encontraba en la sala antes de comenzar la conversación.

            —¿Cómo te encuentras? —le preguntó—. ¿Ya te has recuperado del viaje?
            —Me encuentro mucho mejor —respondió ésta—, pero aún no me siento en plena forma ni puedo acceder a todos mis poderes.

            La diosa arrugó el gesto de una forma imperceptible. Habían pasado dos días, pero no había sido suficiente para que la estrella pudiera recuperarse del todo, así que tendrían que esperar más tiempo para poder comenzar con lo siguiente que debían hacer porque sin la ayuda de la estrella no podían hacer absolutamente nada. Sin embargo, cuanto más tiempo pasara, él también se hacía más fuerte.

            —Creo que esperabas otra respuesta —murmuró la estrella calmadamente.
            —Lo siento —dijo Bona—. Han sido muchos siglos los que he pasado planeando todo esto y ahora que está llevándose a cabo me he vuelto un poco impaciente.
            —¿Y qué papel tengo yo en ese plan? —cuestionó YeonJung—. Porque creo que debo jugar un papel muy importante en éste o no habría sido llamada.
            —El papel más importante… sin ti, sin tu poder de estrella, sería imposible volver a despojar de sus poderes a aquel que desea destruir este mundo.
            —¿Volver?
            —En estos momentos se encuentra encerrado, desterrado como castigo en la luna mayor, pero poco a poco está recuperando sus poderes y no puedo permitir que las guerras interminables y sangrientas vuelvan a recorrer cada rincón de este bello lugar —contestó.
            —Y para hacer eso necesitas mi poder de estrella —Bona asintió—. ¿Quién lo encerró la última vez?
            —Los dioses que cuidaban de este mundo… pero hace mucho tiempo que no se preocupan más de sus débiles y vulnerables criaturas —contestó.
            —¿Sabes lo que significa pedirme esto? —preguntó la estrella y la diosa asintió levemente—. ¿Ese es tu deseo? —otro leve asentimiento—. En ese caso, lo único que me queda es recuperarme por completo para poder realizar mi cometido en este mundo.

★★★

            Dejar de nuevo la casa en la que había crecido hizo que el corazón de DaWon se encogiera cuando cerró la puerta principal de la casa después de haber recogido todo aquello que podía hacerle falta, incluido aquel libro que le había dado las claves para poder cumplir con la misión que su abuela le había dejado. Muy en el fondo, la bruja no quería marcharse de allí, quería quedarse en aquel lugar junto a las gemelas y vivir una vida totalmente normal, mezclándose con los humanos a su alrededor y sin tener que involucrarse de nuevo en planes elaborados por divinidades, porque DaWon sabía que seguir en aquella empresa era peligroso y por nada del mundo quería poner en peligro a SooBin y DaYoung… pero la bruja no tenía más opción, porque hasta que todo aquello no acabara, no iban a poder vivir la tranquila vida que deseaba.

            Por eso, a pesar de que el corazón se le había encogido, DaWon le hizo caso omiso y no se giró para mirar atrás ni una sola vez. Cuando todo acabara volvería, pero hasta entonces, no podía hacer más que ayudar en todo lo que pudiera a derrotar a la maldad que se acercaba a marchas forzadas a Cosmic Earth.

            De aquello había pasado ya casi una semana y las tres brujas habían estado viajando en los medios de transporte más baratos que encontraron para poder llegar hasta el lugar al que se las había convocado, el Templo de la Diosa de la Paz.

            —Exactamente… ¿dónde está el templo? —preguntó DaYoung una vez llegaron a las playas en las que debía de estar el lugar, oculto a los ojos de los humanos para que ninguno de ellos pudiera aventurarse en él sin haber sido invitado.
            —No debe de andar muy lejos —le respondió su hermana SooBin—. Supongo que nosotras podremos verlo al menos.
            —Hemos sido llamadas a venir —dijo DaWon, quitándose los zapatos para andar más cómodamente por la arena y después avanzó algunos pasos por ella, sintiéndola algo caliente, pero no demasiado—. Deberíamos ser capaces de verlo.

            Las dos hermanas asintieron y después se quitaron también sus zapatos y comenzaron a seguir a la mayor por la playa, tal y como lo habían hecho desde que ésta las había ayudado hacía ya tantos meses. Anduvieron durante un par de horas, viendo cómo el sol comenzaba el descenso hacia su ocaso a su derecha, perdiéndose más tarde en el horizonte, como si el agua se lo hubiera tragado. Fue en ese momento, cuando el cielo se teñía de colores rojizos y anaranjados que poco a poco iban dejando su paso a la oscura noche, cuando unos acantilados en los que se apreciaban unas columnas talladas en la piedra aparecieron ante su vista y las tres brujas supieron que habían llegado finalmente a su destino.

★★★

            EunSeo se despertó de su profundo sueño sintiendo una opresión en su caja torácica que no la dejaba respirar con normalidad. La joven abrió sus ojos e inspiró fuertemente varias veces, tratando de recuperar el aire que le había faltado por unos momentos, después de normalizar su situación, miró a su alrededor y vio que no había nada que pudiera haberle hecho sentir aquella presión, puesto que, aunque ChengXiao se encontraba durmiendo junto a ella, no lo hacía sobre ella. Había sido extraño, como si algo sobrenatural se lo hubiera provocado, y justo cuando estaba pensando en qué podía haber sido, una consciencia muy conocida rozó su mente, la consciencia de aquel al que servía.

            “EunSeo” le dijo “Necesito que ambas tengáis vuestros poderes para que podáis llamarme a Cosmic Earth, pero no he podido antes reestablecer los tuyos porque me sentía demasiado débil. Te los devolveré para que podáis hacer el ritual”.
            “Gracias, mi dios” pensó ella en respuesta.

            Desde que Cheng Xiao había recuperado sus poderes, se había sentido como un cero a la izquierda, sin poder hacer nada; pero ahora que iba a recuperar los suyos se podría realizar el ritual de invocación para llamar al dios y para así poder volver a ser tal y como eran antes, para poder volver al lugar al que pertenecían y no tener que tratar nunca jamás con los humanos. Ya no tendría que vivir nunca más como una vulgar humana. Por ese motivo, cuando empezó a notar el cosquilleo que le producía el poder regresando a su cuerpo, no pudo sentirse mejor. Llevaba demasiado tiempo esperando aquel momento.

            “En dos días, la Luna mayor estará completamente llena. Llamadme entonces”.

            Aquello fue lo único que dijo el dios de la guerra cuando finalmente EunSeo obtuvo sus poderes de nuevo y después se marchó de su mente y de su cuerpo, dejándole un extraño sentimiento de vacío y a la vez de plenitud. Dos días. Tenían dos días para poder llamar al dios y para hacer que éste apareciera en Cosmic Earth para obtener la venganza que tanto habían deseado; dos días para comenzar la lucha por su libertad y dos días para poder estar junto a Cheng Xiao de la forma en la que habían estado durante los últimos siglos.

            EunSeo sonrió. No necesitarían demasiado para preparar el ritual, por lo que pasar el tiempo junto a Cheng Xiao, disfrutando de su cuerpo una y otra vez iba a ser su prioridad. Por ese motivo, se pegó al cuerpo de la otra lo máximo que pudo y después introdujo su mano entre sus piernas, para comenzar a tocar aquel lugar que en breves momentos se tornaría caliente y húmedo, totalmente listo para que EunSeo jugara con él y le diera placer.

★★★

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de SeolA de arriba abajo, haciendo que la chica se removiera sobre el capó del coche, donde ella y EXY se habían sentado para disfrutar de la brisa del espacio. Aquel movimiento casi imperceptible que había realizado por instinto y que no había podido controlar llamó la atención de la otra, que la miró interrogante. Por unos segundos, SeolA pensó que no había sido nada y que su compañera tampoco debía preocuparse por aquel escalofrío, pero después de éste, seguía sintiendo algo extraño y otro escalofrío le recorrió todo el cuerpo, haciendo que se le erizara el vello de todo el cuerpo.

—¿Qué te sucede? —le cuestionó EXY.
—No lo sé —respondió ella, abrazándose a sí misma para tratar de mantener su cuerpo en calor y que no le dieran más escalofríos, a pesar de que realmente no tenía frío, sino como un mal presentimiento que se había calado en sus huesos—. Pero no es algo bueno.

EXY la miró fijamente a los ojos por unos segundos y después se acercó más a ella para echarle un brazo por los hombros y atraerla a su cuerpo. Aquel gesto hizo que SeolA se tranquilizara un poco y que se relajara en los brazos de la menor, atreviéndose a esbozar una pequeña sonrisa incluso. Ojalá pudiera estar de aquella forma durante todo la eternidad, ojalá no tuviera que preocuparse de lo que pudiera pasar con ellas en cuanto aquel que custodiaban abandonara su prisión.

—Estoy aquí contigo —murmuró EXY—. Siempre estaré aquí contigo para protegerte de todo mal, lo sabes, ¿verdad?

SeolA asintió levemente a aquello. Siempre habían estado juntas, desde el primer momento y hasta el final también lo estarían, de eso no le cabía duda. No obstante, SeolA no quería que llegara ese final... pero también intuía que éste no estaba lejano y que probablemente no tendrían mucho tiempo para disfrutar de la compañía de la otra. Ellas eran el primer escudo de Cosmic Earth ante las amenazas exteriores y, aunque durante todos los milenios que llevaban ejerciendo aquella tarea, jamás habían sido derrotadas y jamás habían dejado pasar a nadie hasta el planeta que guardaban, la mayor no estaba realmente segura de que aquello fuera a suceder aquella vez también. El Dios de la Guerra era un rival demasiado fuerte para ellas y ambas lo sabían, pero no podían huir de su destino, tenían que enfrentarlo.

—Creo que no nos queda mucho tiempo —se atrevió a decir en voz alta por primera vez—. Creo que Él saldrá demasiado pronto de su prisión.
—Y nosotras lo enfrentaremos —contestó la otra—. Haremos todo lo posible para enfrentarlo y para mermar sus poderes si no podemos derrotarlo. Lo haremos juntas.

Seola sintió un pinchazo en su corazón, algo clavándose muy hondo en éste. Aquel era su destino, aquello era por lo que estaba viva. Tenían la misión de proteger Cosmic Earth y así lo harían, aunque perdieran la vida en el intento... aun así, SeolA seguía teniendo mucho miedo, un miedo que sabía que no iba a desaparecer, miedo a perder a EXY.

—Te quiero —murmuró EXY—. También lo sabes, ¿verdad?
—Lo sé —susurró en respuesta, antes de que la menor tomara sus labios dulcemente, haciendo que parte de aquel miedo que sentía desapareciera de su mente, concentrada en devolver el beso.

★★★

Los elfos llamaban al lugar en el que YeoReum se encontraba "el oráculo", porque allí vivía una congénere que siempre había sido capaz de interpretar a la perfección aquellas señales que los cielos enviaban a la gente de Cosmic Earth sobre el futuro. No había habido ni una sola vez en la que se hubiera equivocado en la interpretación de estas señales y por eso se había ganado el respeto de todos aquellos que habían oído hablar de ella alguna vez. Hacía siglos había vaticinado que la amenaza que los dioses habían sellado y que casi acabó con la vida del planeta regresaría y, por eso, fue su deber guardar el conocimiento para la forma de ayudar a detenerlo. Ella había ayudado a YeoReum con su formación y ella le había pasado el testigo y su deber alegando la debilidad de un cuerpo con miles de años; por todo eso, la elfa estaba segura de que ella debía saber lo que sucedería en el mundo en un futuro cercano y por eso había decidido visitarla, para tratar de calmar su corazón y poder seguir su camino de regreso a casa.

—Querida —le dijo la elfa al verla llegar—, pasa adentro, te estaba esperando.

YeoReum asintió levemente y después pasó al interior de la casa. No creía que fuera a tardar mucho en esclarecer todas sus dudas porque, al contrario que los demás oráculos que había repartidos por Cosmic Earth, la elfa era muy directa.

—Siento venir sin avisar —murmuró YeoReum, sentándose sobre el cojín que la otra había preparado para ella en el suelo de la sala de su casa.
—Sabía que vendrías —le respondió la otra, sentándose frente a ella—. Y también sé por qué estás aquí. ¿Quieres un poco de té?
—No, muchas gracias —contestó al ofrecimiento—, solo estoy aquí de paso para preguntarte algo.
—Entonces dime qué es lo que te ronda la mente, querida.

YeoReum apretó los labios en una fina línea y después cogió aire antes de exponerle a la otra todas las dudas que tenía y el mal presentimiento que se había instalado en su cuerpo y que estaba segura de que significaba algo.

—El mal se extenderá por el mundo de nuevo muy pronto tal y como predije —le respondió—. Tienes razón en estar asustada y en querer saber qué es lo que pasará exactamente, pero no veo más allá de una sombra oscura extendiéndose y haciendo que el caos se desate en el mundo.
—¿Eso significa que Cosmic Earth sucumbirá? —no pudo evitar preguntar, haciendo que la elfa negara con la cabeza.
—No es algo seguro —contestó—. Hay una resistencia que tratará de hacer lo posible para que eso no pase, una resistencia que apreciará tu ayuda si te decides a ir hasta donde se encuentra.




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