martes, 16 de enero de 2018

(Varias) The Secret -Serial- Capítulo 6



Capitulo Sexto


            El camino de regreso a casa había sido emprendido en el instante en el que la elfa se despertó con las fuerzas renovadas después de haber descansado lo suficiente. Ya no tenía nada que hacer en aquel lugar, había cumplido con su misión y ahora todo se desarrollaría de la forma en la que debía ser, por lo que YeoReum ya no podía hacer nada más que esperar y rezar porque todo fuera bien, sin que hubiera ningún contratiempo. Y con esa determinación, la joven avanzaba a paso rápido por el suelo del Bosque Sagrado, en la dirección contraria a la que había seguido la vez anterior, cuando se había adentrado hasta su más profundo corazón. A su lado, siempre pendiente de todo lo que los rodeaba, iba el espíritu del bosque en su forma animal, protegiéndola con su simple presencia.


            Pero aunque YeoReum se había convencido de que a partir de aquel momento todo iría bien, había algo en su corazón que la hacía dudar de aquello. No sabía lo que era, pero sí que notaba cómo aquel miedo se extendía poco a poco por su cuerpo y, en ocasiones le llenaba la mente, paralizándole incluso el cuerpo. Quizás solo fuera un miedo irracional debido a que una amenaza poderosa se cernía sobre Cosmic Earth y la joven no estaba completamente segura de que lo que había hecho fuera a ayudar a proteger al planeta que tanto amaba; pero quizás fuera algo mucho más real, quizás estuviera sintiendo en lo más profundo de su ser que algo iba a ir horriblemente mal, como si fuera un sexto sentido lo que se lo dijera.

            Fuera lo que fuera, la elfa tenía una mala sensación en su cuerpo que no se podía quitar de encima y eso no la ayudaba a continuar con su viaje, porque cada paso que daba la alejaba del lugar sagrado en el que había pasado las anteriores semanas y en el que había llevado a cabo su cometido y la acercaba a su hogar, donde estaba completamente segura que no iba a hallar ninguna respuesta que pudiera satisfacer la inquietud de su corazón.

            YeoReum se detuvo de repente, no estando segura de que fuera realmente lo correcto regresar a casa antes de haberse asegurado de que todo iba a salir bien y que no tenía nada por lo que preocuparse. Quizás ir a casa tan pronto no fuera una buena idea… quizás había otro destino que podía ayudarla a calmar su corazón antes de volver a su vida otra vez. Quizás realmente aquella inquietud no significara nada, pero la joven prefería estar completamente segura de ello.

            —MinHyung —dijo, llamando la atención del lobo, que se había detenido en el mismo momento que ella lo había hecho, pero unos pasos por delante—. No vamos a ir a casa todavía —le anunció—, hay un lugar que quiero visitar antes de eso.

            El espíritu del bosque la observó durante unos instantes, como si tratara de averiguar qué era lo que se le estaba pasando por la cabeza y después de eso, simplemente cerró sus ojos y su cuerpo se vio envuelto en una cálida luz azulada. Solo unos segundos más tarde MinHyung aparecía con su forma humana ante ella y avanzaba hasta quedarse solo a unos escasos centímetros de su cuerpo.

            —¿Qué es lo que sucede? —le preguntó acariciándole la mejilla, un gesto que la reconfortó unos momentos.
            —Solo quiero asegurarme de que todo va a ir bien —respondió—. Por eso quiero que demos un pequeño rodeo para pasar por la casa de aquella que me pasó el testigo, porque ella debe de saber qué es lo que está sucediendo en los cielos, observarlos e interpretar lo que éstos querían decir siempre ha sido su especialidad.
            —Si eso calma tu corazón, no tengo el derecho a oponerme a ello —murmuró MinHyung, mirándola a los ojos.
            —Lo hará.

★★★

            Hacía días que las nubes negras que habían anunciado el regreso del dios al que servían se había retirado del cielo y, de momento, todo había seguido como antes. Ningún cambio había podido ser apreciado por las dos divinidades menores a pesar de que ambas se encontraban observando el cielo más que nunca, el único cambio que había habido realmente había sido la adquisición de algunos de sus antiguos poderes, pero eso era algo con lo que solo Cheng Xiao había sido bendecida, EunSeo seguía teniendo las mismas capacidades que en los últimos siglos, las mismas que tenían los humanos a los que tanto despreciaba.

            En torno a aquel tema, aunque EunSeo sabía perfectamente que el dios no tenía todos sus poderes y que seguramente habría sido un gran esfuerzo para él dotar a Cheng Xiao con algunos de los que anteriormente poseía, no podía evitar sentirse un poco decepcionada por no haber sido ella la elegida. No obstante, saber que aquel infierno en el que habían vivido durante tanto tiempo estaba a punto de finalizar, hacía que todo lo demás dejara de tener importancia, porque lo que realmente importaba era que él saldría de su cautiverio y los pondría a todos en el lugar que les correspondía.

            Con aquello en mente, la chica sonrió de forma amplia y después se dirigió a buscar a la menor, quien pasaba la mayor parte de su tiempo en el exterior. No tardó en hallarla, se encontraba en el mismo lugar de siempre, tratando de controlar sus recién adquiridos poderes y sin prestar atención a nada más. EunSeo aprovechó para acercarse a ella tratando de hacer el menor ruido posible para darle un abrazo por la espalda sin que se enterara antes de su presencia. Sin embargo, sus sentidos se parecían haber agudizado, porque solo había dado un par de pasos cuando Cheng Xiao se giró hacia ella con una sonrisa.

            —Te estaba esperando —murmuró la menor—. Él me ha hablado hace unos momentos y me ha dicho que deberíamos estar preparadas.

            Una punzada de celos atravesó la mente y el corazón de EunSeo al escuchar aquellas palabras, pero trató de tranquilizar ambos porque seguro que tenía una explicación que su dios le hablara solo a Cheng Xiao y no tratara de conectar con ella.

            —¿Preparadas para qué? —cuestionó, aunque lo que quería preguntarle era por qué hablaba solo con ella y no con las dos.
            —Para su inminente regreso y para luchar contra la diosa de la paz y su séquito—respondió Cheng Xiao.
            —Eso es algo para lo que me he estado preparando desde que nos desterraron a este lugar —dijo EunSeo.
            —Sí, pero no contábamos que entre las personas leales a la diosa pudiera haber un ser celestial —explicó la menor—. Han convocado a una estrella para que ayude a su bando a encerrar de nuevo a nuestro dios en cuanto salga de su cautiverio.

            EunSeo cerró sus ojos y suspiró hondo. Los poderes de las estrellas eran inmensos, pero también estaban encerrados en los cuerpos mortales que adoptaban al llegar al lugar desde el que habían sido llamadas. Si la diosa era incapaz de liberar el poder de la estrella todo estaría bien, porque podían ganar la contienda rápidamente gracias al poder de su dios… pero si por el contrario el poder de la estrella era liberado, no tenía tan segura la victoria.

            —Hay otra cosa más —murmuró Cheng Xiao, sacándola de sus pensamientos—. Quiere que lo invoquemos, porque solo así podrá salir de su cárcel y recuperar el resto de sus poderes.

★★★

En la inmensidad del espacio oscuro que las rodeaba, había un brillo especial que no habían visto en mucho tiempo, un brillo que indicaba que una estrella había caído y que estaba en su descenso hacia el lugar desde el cual había sido llamada. No era muy común ver aquel fenómeno puesto que, aunque en todos los mundos poblados se encontraban los suficientes recursos para llamar a las estrellas, el conocimiento o bien se había perdido o bien seguía ahí pero no hacía falta hacer uso de él, y para EXY y SeolA era la primera vez viendo una estrella que acercándose cada vez más y más, envuelta en un brillante halo de luz plateado y rosáceo. Siempre que una estrella caía y podía ser avistada desde su posición como guardianas, la veían de una forma muy difusa y lejana, pasando de largo, pero aquella vez podrían verla pasar junto a ellas, algo que las excitaba.

No obstante, a pesar de que aquella novedad en el universo hacía que sus corazones se sobrecogieran y que lo único que quisieran hacer fuera ver cómo la estrella se acercaba, tenían todavía mucho trabajo que hacer y, sobre todo, prestar atención a otro lugar mucho más importante: la luna mayor.

Desde que habían avisado a la diosa de la paz de que había una actividad extraña procedente del satélite en el que estaba cautivo el dios de la guerra, en el lugar reinaba un clima de inestabilidad creciente que anunciaba que el final de la utilización de aquel lugar como cárcel estaba a punto de llegar. SeolA sentía que había fallado en su deber y que no había hecho lo suficiente —EXY también debía de sentirse de aquella manera— pero a aquellas alturas, ya era imposible para ellas hacer algo para evitar que escapara. Lo único que les quedaba ahora era esperar a que éste lo hiciera y tratar de retrasar lo máximo posible su llegada a Cosmic Earth, interponiéndose en su camino.

Ellas solo eran divinidades menores, pero confiaba que recién salido de su prisión, el dios de la guerra aun no pudiera utilizar sus poderes correctamente y poder tener entonces una oportunidad de plantarle cara.

—SeolA —la llamó su acompañante y ella dejó de observar el infinito para prestarle atención—. ¿Cuánto tiempo hace que estamos solas tú y yo en el espacio, vigilando que ninguna amenaza entre en la órbita de Cosmic Earth?
—Milenios —respondió—. Desde que fuimos creadas para este menester.
—Hemos tenido mucho tiempo, entonces —murmuró EXY—, pero mirando atrás siento que ha sido muy poco y que quiero poder seguir compartiendo esta vida contigo.
—Yo también me siento igual —susurró ella.

Ambas esbozaron una sonrisa triste en sus rostros y EXY comenzó a acortar la distancia que las separaba dentro del vehículo hasta que sus labios se rozaron, compartiendo un beso corto pero cargado de significado para las dos. Siempre habían estado juntas, siempre habían estado solo en la compañía de la otra, siempre se habían dedicado en cuerpo y alma a su deber... y lo seguirían haciendo por siempre.

★★★

La tranquilidad era lo único que se respiraba en aquella casa antigua llena de magia en la que llevaban semanas viviendo, una tranquilidad que había sido precedida por una agitación constante y por una vida nómada compartida junto a su hermana gemela al margen de la sociedad, tratando de sobrevivir de la mejor forma que pudieran. Todo aquello había sido antes de que DaWon las encontrara y las sumiera en una vida totalmente nueva en la que, a pesar de que también habían estado en constante movimiento, había sido por una causa especial y les había reportado tranquilidad y estabilidad estar junto a la mayor de las tres.

Habían vivido toda una aventura recorriendo muchas ciudades en busca de las pistas que ayudaran a DaWon a unir todas las piezas del rompecabezas que estaba armando y ahora todo había finalizado y todo estaba en una calma absoluta... una calma que SooBin no sentía del todo real, una calma que estaba segura al cien por cien que desembocaría en una tormenta. Pero por el momento, debía de disfrutar de aquella tranquilidad.

—¿Qué piensas, hermana? —le cuestionó DaYoung.

La menor la estaba agarrando de la mano, transmitiéndole la energía positiva que siempre la rodeaba y tratando de llegar hasta lo más profundo de su mente, tal y como siempre había hecho porque ambas estaban conectadas. Sin embargo, antes de que llegara a la raíz de sus pensamientos, SooBin cambió su mente para que su hermana no pudiera acceder a aquel lugar y empezó a pensar en otras cosas. Lo último que quería era que ésta se preocupara innecesariamente.

—Pensaba en la estrella —murmuró, porque era lo que le estaba enseñando a la chica en su mente—, en si llegará bien y en cuánto tardará.
—Yo también pienso mucho en eso —respondió DaYoung.
—La estrella está a punto de llegar —comentó DaWon, entrando en la buhardilla—. La voz me ha vuelto a hablar hace unos momentos y me ha dicho que deberíamos dirigirnos al templo de la Diosa de la Paz en la Playa de los Sueños, que todavía no ha finalizado nuestro deber.
—¿La Playa de los Sueños? —cuestionó SooBin—. ¿Dónde está?
—La he buscado en cuanto ha nombrado el lugar y está bastante lejos de aquí, por lo que si queremos llegar a tiempo para cuando la estrella aterrice en Cosmic Earth debemos de ponernos en marcha lo más rápido posible —contestó la mayor—. Hay que comenzar a recoger nuestras cosas... aunque yo ya me había acostumbrado a vivir de nuevo aquí.

DaWon suspiró y después salió de la habitación, dejando a las gemelas solas. Tal y como SooBin se había temido, la calma solo había sido pasajera y lo que estaba por llegar sería mucho más turbio, lo presentía. Lo único que esperaba era que DaYoung no se diera cuenta de aquel mal presentimiento que se había apoderado de su cuerpo.

—¿Vamos? —le dijo a su hermana, levantándose del sofá y tirando de ella para que también lo hiciera—. Tenemos un montón de cosas que hacer.

Y DaYoung asintió, dejándose arrastrar por la voluntad de la mayor.

★★★

"La estrella está a punto de caer en Cosmic Earth y el templo que cuidáis será aquel en el que repose hasta que necesitemos de su ayuda. También llegarán al templo las diferentes personas que han ayudado con el ritual y yo misma descenderé hasta allí y permaneceré en el templo, así que, haced todo lo posible para que nuestra estancia sea cómoda".

Aquel había sido el breve y demandante mensaje que LuDa había recibido de parte de la Diosa cuando había sido su turno de oración y la chica lo había transmitido de la misma forma a las otras dos sacerdotisas que convivían con ella en aquel lugar tallado en la roca. Tanto XuanYi como MeiQi se quedaron durante unos momentos sin palabras que decir, totalmente descolocadas por la noticia recibida, pero después de aquello, lo único que hicieron fue hablar, hablar y hablar, tratando de ver qué era lo que debían hacer para que criaturas celestiales se sintieran cómodas en un humilde hogar en la tierra. No debía ser sencillo hacerlo, pero era su deber para con su Diosa.

—¿Cuántas habitaciones hay disponibles? —preguntó LuDa—. Deberíamos empezar por ahí.
—Tenemos en torno a una veintena vacías —contestó XuanYi—, pero no deben haber sido pisadas en siglos, así que hay que adecentarlas bien. ¿Cuántos huéspedes tendremos?
—No lo ha dicho —respondió LuDa.
—Bueno, entonces simplemente las arreglaremos todas por si acaso —dijo MeiQi—. Hay que ponerse manos a la obra con eso y también deberíamos ir en busca de provisiones. No creo que tengamos suficiente con la comida que hay en la despensa, así que iré al pueblo más cercano. ¿Y qué comen los dioses y las estrellas? Por la Diosa, qué estrés.

MeiQi salió de la sala en la que las tres se habían reunido rápidamente y todavía murmurando qué era lo que debía de hacerse lo más pronto posible mientras XuanYi y LuDa no podían parar de sonreír por el revuelo que se había formado en solo unos instantes.

—No creo que nuestra Diosa vaya a pedirnos algo que no podamos obtener, es bondadosa y comprensiva —murmuró la mayor—, y las estrellas tienen también esa naturaleza, por lo que creo que podemos estar totalmente tranquilas. Solo tenemos que limpiar las habitaciones para que puedan ser habitadas y ofrecer una cálida bienvenida a todas las personas que lleguen al templo.
—Yo también lo creo —respondió LuDa—. No hay de qué preocuparse.
—Entonces… ¿nos ponemos a ello o antes calmamos a MeiQi? —preguntó XuanYi.
—Creo que será mejor hacer que se calme y después comenzar con todo.

★★★

            Durante días, sobre todo el cielo de Cosmic Earth se había podido ver la estela de la estrella que viajaba a toda velocidad por el universo en dirección al planeta y, durante todos esos días, Bona había estado siempre vigilante, atenta a cualquier anomalía que pudiera producirse en aquel descenso; pero todo había ido perfectamente y la estrella que habían llamado se encontraba ya muy cerca del planeta. La diosa observó atentamente aquel haz de luz y predijo su trayectoria para ver cuál debía de ser el lugar más o menos en el que ésta caería desde su habitual punto en el que lo observaba todo antes de bajar aquella escalinata de mármol para ir en su busca.

            Bona no quería que la estrella pudiera caer en manos de otras personas después de lo mucho que había costado hacer su invocación, por lo que esperaría su llegada y la protegería de cualquier mal que pudiera estar al acecho hasta que llegaran a su templo, lugar en el que estarían completamente protegidas.

            La diosa de la Paz llegó al páramo semidesértico simplemente pensando en aquel lugar y desplazándose hasta allí en unos pocos segundos y esperó hasta que la luz procedente del cielo se fue haciendo cada vez más y más grande, indicando que el momento de la llegada de la estrella estaba cada vez más cerca hasta que todo el cielo de aquella zona fue cubierto por un resplandor cegador que la hizo cerrar los ojos por unos instantes. Fue en ese momento, cuando la estrella atravesó finalmente la atmósfera de Cosmic Earth y después aterrizó sobre el suelo del páramo, provocando un temblor que se debió de sentir en varios kilómetros a la redonda. Bona abrió sus ojos entonces, viendo cómo se había formado un inmenso cráter a escasos metros del sitio en el que ella se había colocado.

            Bona se acercó lentamente al cráter y se asomó a su interior, viendo en el centro de éste el círculo de invocación rodeando a la hermosa estrella que había llegado desde el cielo. Sin perder el tiempo, la diosa se introdujo en el cráter y se quedó a solo unos pasos de ésta, dándose cuenta de que acababa de abrir sus ojos y la observaba con confusión y recelo.

            —Soy Bona, la diosa de la Paz —se presentó, tendiéndole su mano a la estrella para ayudarla a levantarse—, quien te ha invocado porque preciso de tu ayuda para mantener la paz en este planeta.
            —YeonJung —respondió la estrella, tomando su mano después de unos momentos de indecisión y alzándose del suelo—, y espero poder cumplir ese deseo.



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