viernes, 18 de agosto de 2017

(WenRene) Confession -Oneshot-


      Título: Confession

      Personajes: WenRene (Wendy + Irene) [Red Velvet]

      Tipo: Yuri

      Géneros: Fluff

      Clasificación: G/PG

      Descripción: Una noche aburrida se convierte en un verdadero sueño hecho realidad para Irene.

      Advertencias: Ninguna. Solo mucho amor (?) ♥

      Notas: Pues aquí está mi oneshot del evento de verano. Puede que no sea gran cosa ni tenga una historia súper profunda pero espero que os guste y disfrutéis de este bonito fanfic de amor entre las chicas de Red Velvet.



      La noche había empezado bien, pero con el paso de los minutos la fiesta comenzaba a tomar un tono que no le estaba gustando en absoluto. Aquel local había empezado a llenarse de borrachos y el aire estaba impregnado del molesto olor del tabaco y otras sustancias como la marihuana. Qué poco le gustaba eso a ella.

      Sostenía su teléfono entre las manos con impaciencia, esperando recibir la respuesta de su amiga; aquella que con suerte la salvaría de pasar un solo minuto más en aquel horrendo agujero.

      "¿Entonces podrás venir a por mí?", preguntó con un atisbo de esperanza en sus palabras.

      La respuesta tardó un poco. No demasiado, pero sí más de lo que habría deseado.

      "Sí, podré. Estoy por la zona así que pasaré a recogerte en la entrada del club", recibió como respuesta por parte de Wendy. Eso la hizo respirar aliviada.

      Ahora tan solo podía esperar. Con suerte, Wendy no tardaría mucho.

      —Bueno, creo que es hora de irme —comentó a sus acompañantes mientras dejaba su copa sobre la barra, ya vacía. En realidad casi no había bebido, pero es que no era tan fan de salir a emborracharse como otros de sus amigos. Y precisamente, estaba con aquellos que lo adoraban.

      Se quejaron, por supuesto. Incluso la llamaron aburrida por marcharse lo que ellos consideraban "pronto". Irene miró la hora en su teléfono con disimulo; eran alrededor de las dos de la madrugada, una hora más que conveniente para marcharse según ella.

      Ignoró sus insistencias y se despidió con una sonrisa de aquellos que, en su mayoría, ya llevaban dos o tres copas en el cuerpo. Entonces salió del local con la esperanza de encontrarse pronto con Wendy.

      No tuvo que esperar mucho, por suerte. No le gustaba nada el tipo de gente que la rodeaba en ese barrio. Muchos de ellos no tenían buena pinta y no comprendía las insistencias por ir allí. Aun así, agradeció sentir el aire fresco y limpio de la noche acariciando su rostro. Eso le hizo sentir un poco mejor, ya que allí dentro empezaba a marearse con tanto humo.

      —¡Irene! —escuchó en la distancia, no demasiado lejos.

      Se giró hacia la voz y allí estaba ella con esa pequeña scooter de un rojo desgastado con los años. Su sonrisa apareció con solo verla allí montada, esperándola para llevarla lejos consigo.

      —Menos mal... empezaba a pensar que te habías olvidado de mí —bromeó conforme se iba acercando a Wendy.

      —¿Y dejarte por ahí perdida a estas horas? Ni loca —respondió la chica con sinceridad antes de pasarle un segundo casco que casi siempre llevaba con ella. Por ese tipo de imprevistos más que nada—. Vamos, no me gusta esta zona.

      —Por fin alguien que me entiende —exclamó Irene mientras se ponía el casco para protegerse la cabeza.

      Se montó tras Wendy y rodeó la cintura de la chica con los brazos para sostenerse a ella con fuerza. Lo hacía más que nada porque era una sensación que le resultaba agradable, e incluso en ocasiones dejaba la cabeza descansando sobre la espalda de Wendy. Aunque ahora amaba sus viajes en moto juntas, al principio había temido por su vida más de una vez. Wendy se defendía bien en la conducción de su scooter, pero Irene nunca había tenido la oportunidad de montarse en una hasta que conoció a su amada amiga.

      —¿Dónde me llevarás ahora? —preguntó la chica con curiosidad mientras se agarraba a ella con la intención de no caer, con fuerza. A pesar de todo las motos todavía le daban respeto y no terminaba de fiarse por completo.

      —Pensé que querrías que te lleve a casa —dijo Wendy junto con una suave risa, manteniendo la mirada fija en la carretera frente a ellas, casi desierta a esas horas de la noche.

      —Bueno... ahora que estoy contigo, es diferente —expresó, tímida.

      —Ah, claro. Ahora sí que tienes ganas de fiesta, ¿no es así? —bromeó la joven, de nuevo con una carcajada que a Irene le parecía de lo más preciosa.

      —Sí, así es —rió junto a ella, disimulando sus verdaderos sentimientos.

      Ya no era un secreto para sí misma que estaba más que loca por esa chica. Desde hacía tiempo su corazón solo pertenecía a ella y no podía pensar en alguien más que no fuera Wendy. Le gustaba, sí. Le gustaba mucho. Estaba enamorada de ella... pero jamás lo reconocería abiertamente.

      —Bueno, veré qué se me ocurre —comentó la menor de forma pensativa. Desde ese momento, la conversación no prosiguió.

      Pasaban los minutos e Irene no tenía ni la más remota idea de dónde la estaba llevando. Simplemente confiaba en ella y se dejaba llevar allá donde la chica quisiera. Estaba impaciente por ver qué era lo que tenía en mente, eso sí. Conocía aquella expresión en su rostro y sabía muy bien lo que significaba; algo bueno tenía entre manos.

      Al rato aparcó la moto próxima a la playa. Irene se sorprendió, ya que no esperaba que fuera a llevarla hasta allí. Estaba un poco lejos y hacía frío ¿qué estaría pensando Wendy en ese momento?

      Se encogió sobre sí misma al sentir el frío aire de la noche chocar contra su piel. Wendy se dio cuenta de inmediato.

      —Lo siento... ¿tienes mucho frío? Tal vez no fue una buena idea traerte hasta aquí.

      —No, no... está bien. No te preocupes —dijo la mayor, acompañando las palabras con un gesto de su mano; quería quitarle importancia. Además, no todo era malo. La intimidad que allí tenían le parecía de lo más agradable.

      Caminaron juntas hasta la playa, tomadas de la mano. Se suponía que solo eran amigas, pero de alguna forma esos actos de cariño se habían vuelto comunes entre ellas. Eso a Irene le encantaba, cómo no. Sabía que era lo único que recibiría de su querido amor platónico. Era eso o nada. Pensar en ello la ponía un poco triste... así que intentó desechar rápidamente el pensamiento y disfrutar del paseo juntas.

      —Pero... una cosa... —comenzó Wendy—. Si sabías que al final iban a terminar allí... ¿por qué te vas con ellos? —dijo, refiriéndose a los anteriores acompañantes de la mayor.

      —Bueno.... yo... —¿qué excusa ponía? tenía razón. Ya lo sabía e incluso se había quejado a Wendy en más de una ocasión, diciendo que nunca más volvería a salir con ellos de fiesta.

      En realidad sabía muy bien la respuesta... por Wendy. Sabía que ella estaría cerca con la moto para ir a recogerla, sabía que no se negaría y que la vería. Por eso había aceptado, solo para ser rescatada por su princesa.

      —No tendrá que ver con estar conmigo ¿verdad? —bromeó Wendy, o eso esperó Irene. Era como si le hubiera leído la mente... se estremeció y negó rápidamente.

      —No, no es por eso... o sea, adoro verte y lo sabes. Era solo que... —tenía que pensar en algo rápido—. Bueno, no sé... pensé que esta vez sería diferente... qué tonta fui ¿no? —rió, disimulando.

      Wendy la miró sospechando, pero al final dio la respuesta por válida y se encogió de hombros.

      —No te culpo... aunque los tontos pocas veces cambian —y rió junto a ella, divertida.

      Terminaron adentrándose en la arena. Todo estaba a oscuras e Irene seguía sin comprender por qué la había llevado hasta allí; pero le gustaba. La tranquilidad que las rodeaba era sobrecogedora y agradable a la par.

      Sin embargo, la curiosidad se adentraba en ella con cada paso que daban en la oscuridad. Al final y sin pensar demasiado en las consecuencias de sus palabras, preguntó.

      —Oye, ¿y tú por qué has querido venir aquí? Quiero decir... no hay nadie y hace frío. Además, sé que no eres una chica de playa.

      La pregunta pilló a Wendy por sorpresa, quién no respondió al momento y evitó mirarla a la cara de forma directa. Eso tan solo aumentó la ya enorme curiosidad de Irene.

      —Buscaba un lugar tranquilo en el que pudiéramos estar —respondió de forma que algo en su tono llamó especialmente la atención de la otra chica. De repente parecía seria e incluso vergonzosa. Irene quería indagar más en ello.

      —¿Es que tienes algún secreto íntimo que contarme o qué? —deseó que con esa broma no se notara demasiado que buscaba saber sus verdaderas intenciones.

      Wendy sonrió pero no dijo nada. En su lugar detuvo los pasos e hizo que Irene también dejara de caminar. La mayor la miró curiosa, observando como la chica se quedaba mirando pensativa hacia algún lugar de la oscuridad de la noche. Podía ver por su expresión que algo pasaba por sus pensamientos con insistencia.

      —¿Estás bien? —insistió tras unos segundos de silencio prácticamente absoluto en el que pasó a preocuparse. ¿Y si era una mala noticia? No estaba preparada para ello.

      Wendy la miró y pudo notar esa preocupación en los ojos de Irene, por lo que se apresuró a sonreírle para que no se pensara cosas que no eran.

      —Sí, claro. ¿Cómo no voy a estarlo aquí contigo?

      —Es que te veo pensativa —observó Irene, más tranquila y feliz con esas cariñosas palabras por parte de la otra.

      —Lo estoy —confesó sin problemas. Entonces y tras otro par de segundos callada, añadió—. Irene, ¿qué harías tú si estuvieras enamorada de alguien pero no tuvieras claro si esa persona podría corresponderte alguna vez en la vida?

      La pregunta pilló por sorpresa a la mayor y creó en ella toda una serie de emociones que se mezclaron hasta el punto de no saber qué sentir. Pero la que más predominó entre todas ellas fueron los celos... ¿significaba eso que Wendy ya había encontrado a alguien más y le estaba pidiendo consejo?

      —No sé si se lo diría... seguramente no sería capaz —contó sin pensarlo mucho, simplemente siendo sincera con su propia experiencia. De paso, se esforzó porque no se le notara demasiado que no le había gustado un pelo la pregunta de Wendy. Si era lo que estaba pensando no querría otra cosa más que salir corriendo de allí... —. Pero eso sería yo, claro. Tú eres más directa y no creo que debas hacer como yo y callarte esas cosas. Nunca lo sabrás si no lo intentas.

      Wendy le sonrió de una forma que no comprendió bien, pues había demasiada ternura en su rostro. De repente su corazón empezó a acelerarse sin razón aparente.

      —Tienes razón... creo que nunca lo sabré si no lo intento.

      Irene sintió una leve caricia en la mano, justo esa misma que tenía unida a la de Wendy. Eso la puso todavía peor.

      —Entonces ya sabes lo que hacer —pronunció sin que se le notaran demasiado los nervios. Con el tiempo se había hecho experta en disimular ese tipo de sensaciones.

      —Irene... —comenzó la chica tras un largo silencio que no resultó incómodo en absoluto.

      —Dime —musitó la mayor con calma, mirando a Wendy expectante. Muy en el fondo sabía lo que quería escuchar. No creía que fuera eso, pero por favor... que el destino fuera bueno con ella por una vez. Era el momento perfecto...

      —Creo que deberíamos irnos a casa, es muy tarde.

      ¿¡Qué!? ¿Todo para eso? No sabía como sentirse. Le hacía sentirse celosa de alguien que no sabía siquiera si existía, provocaba que incluso dudara de que iba a confesarse por culpa de la conversación y de haberla llevado a un lugar tan apartado... ¿y al final no iba a decirle de qué iba todo?

      Algo en su interior reaccionó casi al momento, cuando ya estaban dando media vuelta para volver al aparcamiento y marcharse. Wendy estaba demasiado callada, su expresión había cambiado...

      —Espera —dijo casi sin pensar. Wendy se giró hacia ella casi sin expresión, pero curiosa—. Yo sí tengo algo que decirte.

      —¿Qué es? —de nuevo se habían detenido y las tornas estaban cambiadas. Esta vez era Wendy la que prestaba suma atención a Irene.

      —Creo que debería seguir mis propios consejos por una vez en la vida... y animarte así a que tú lo hagas también. Confío en ti... sé que no cambiará nada si te cuento esto... o eso espero.

      El silencio se hizo de nuevo entre ellas. Wendy, expectante, miraba a Irene sin decir una sola palabra. Irene por su parte buscaba con esfuerzo el valor para seguir con la confesión que se traía entre manos.

      —Me gustas desde hace tiempo... prácticamente desde que nos conocimos —no dijo nada más que aquello, avergonzada de repente. Dios, ahora sí que quería desaparecer del mundo...

      Lo último que esperó fue aquel beso. Ya casi había tirado la toalla al ver que Wendy no le respondía y de repente...

      Sus labios acariciaban los de la chica con un cariño indescriptible, una vez logró reaccionar ante el tan inesperado beso. Se sentía en el cielo... de hecho, estaba casi segura de que no se trataba de nada más que un sueño. Algo tan perfecto no podía ser real.

      —¿Te ha quedado claro? —murmuró Wendy sobre los labios de Irene, con una tímida pero feliz sonrisa en los propios.

      —Uhm... no del todo. Creo que necesito un poco más —con esa respuesta se ganó más besos. Besos que la llenaban de felicidad y mucho amor, haciéndola sentir la chica más feliz del mundo en ese mismo instante.

      Desde ese momento las cosas iban a ser diferentes y mucho mejores. ¿Quién iba a decirle a ella que la noche terminaría de una forma tan perfecta?


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