martes, 11 de abril de 2017

(YeLu) The Guardian -Serial- Capitulo 11 [Final]


     Notas: Me entristece decirlo, pero ya es el último capítulo 😢 He disfrutado mucho escribiendo esta historia, y espero que vosotros leyendo. Pronto habrá nuevas historias que deseo que os guste tanto o más que está ¡Muchas gracias por haber llegado hasta aquí leyendo! 😘


     ¿Cuántos días habían pasado? ¿Dos o tres? No llevaba ni siquiera la cuenta. Lo único que sabía es que no había dormido ni un solo segundo.

     Mi cabeza no había parado de dar vueltas. Todo había sucedido demasiado rápido. Dokyun muerto, yo fuera de La Guardia y sola, sin mi Caolu. Por desgracia, eso no era lo único. Había llegado información a mi cabeza de cosas que La Guardia había estado haciendo a espaldas de todos, todo lo que me habían hecho a mí sin que me diera cuenta y que simplemente asumí ¿era cierto que me estaban utilizando?

     Lo cierto es que de poco me importaba ya. Después de meditarlo todo, tras haber examinado los documentos que Caolu me dio en su último momento había llegado a una conclusión. Ya poco me importaba lo que La Guardia hubiera hecho o lo que hiciese a partir de ahora. No me importaba quienes fueran, ni siquiera me importaba mi propia vida. Solo tenía una meta, mi meta final. Llegar hasta el fondo de todo este asunto. Y llegaría, vamos si lo haría. Sin importar a quien me llevase por delante.

     Y todo sería por Caolu. Gracias a mucha gente, ella nunca tuvo la vida que se merecía. Siempre sufriendo y haciendo algo que en verdad no le gustaba. Una vez me confesó que le hubiera gustado ser profesora para niños de corta edad. Enseñarles a escribir, a conocer el mundo y no matar a personas que tras su muerte solo dejaban huérfanos, como ellas.

     No sabía diferenciar qué estaba bien y qué estaba mal en mi estado, pero si lo que debía hacer.

     Encerrada en un piso piloto que solía utilizar en mis misiones, me había armado hasta los dientes y planeado un perfecto plan que en pocas horas llevaría a cabo. Sería mi actuación final, mi último regalo a la humanidad. Si es que lo podía llamar así.

     Con un ligero movimiento de cabeza, el cuello me crujió. Estaba preparada para marchar ya. Tenía un plan que ejecutar y algunas cabezas que volar.

     Y así es como enfundé mi dos gemelas a los dos lados de mi cintura, en sus cartucheras, me aseguré tener mi navaja dentro de la bota derecha y una pequeña enganchada en la parte trasera de mi sujetador. Me aseguré de tener suficiente munición y de tenerlo todo bajo control.

     No debía probar suerte. Todo lo tenía estudiado. Hasta el más mínimo detalle. Entrar y arrasar con todo lo que se cruzase en mi paso.


***


     A duras penas conseguí abrir el respiradero y aparecer en esa sala que tanto conocía en el archivo de La Guardia. Estaba a oscuras y eso era signo de que no había nadie en el archivo, algo que era un suceso imposible para mí. Siempre había alguien en el archivo.

     Podía ser una trampa, por lo que debía andar con pies de plomo. Tenía claro hasta donde tenía que llegar, pero no podía ir sin más. El hecho de que el archivo estuviera vacío era todo un misterio para mí. Pero para mi sorpresa, cuando salí al pasillo, también estaba completamente a oscuras. Solo las luces de emergencia brillaban escasamente.

     Algo había sucedido allí durante mi ausencia y averiguaría el qué, pero antes, a lo que había ido. Pegada a la pared, recorrí varios pasillos, descendí varias plantas y todo sin encontrarme a nadie.

     De todas maneras no podía bajar la guardia, aquello me olía a gato encerrado. Cuando llegué a la 10 planta por debajo de la base, me encontré con la cutre placa que reinaba sobre una de las puertas más viejas de La Guardia.

     Me esperaba encontrarme a alguien custodiándola, pero estaba tan solitaria como el resto de la base. “Sala de trastos” un nombre muy cutre para tapar lo que había en su interior. Las fuentes de energía de toda la base.

     Sin ninguna dificultad, entré. Vació y con luz. Muy extraño todo. El panel que lo controlaba todo estaba intacto pero indicaba que ciertas plantas estaban sin luz, por las que yo había pasado. Eso era obra de alguien y no me cuadraba que nadie de La Guardia lo hubiera hecho.
Chasqueé la lengua, pero aquello ya daba igual. Sobre el panel, puse un detonador a distancia. No habría luz en ningún lado gracias a mí.

     Tras asegurarme que estaba bien puesto, salí de esa sala. Un crujido al final del oscuro pasillo me obligó a apuntar con mis armas en esa dirección. Mis ojos apenas se estaban volviendo a acostumbrar a la oscuridad, pero no veía nada.

     Avancé por el pasillo en busca del motivo de dicho crujido, hasta llegar a una puerta que ni siquiera sabía de su existencia. Estaba semi abierta y un olor a podredumbre se colaba atravesando mis fosas nasales. Una rata cruzó mis pies, entrando en la estancia. Era posible que fuera ella la culpable del crujido, pero ya tenía saber que saber de dónde procedía ese horrible olor.

     Abrí la puerta los centímetros suficientes para ver su interior. Lo que vi me inquietó. Cadáveres humanos amontonados de mala manera. Allí había habido una masacre. El olor era tan fuerte que no entré, pero pude ver el brillo de las placas de los uniformes de los cadáveres. Eran Guardianes ¿qué había sucedido allí?

     Con más dudas que respuestas, volví sobre mis pasos, no sin antes poner otro dispositivo detonador en la columna centrar de ese piso. Y así fue como fui ascendiendo, planta por planta, repartiendo detonadores en los pilares bases.

     A mitad del camino, ante el ascensor por el que Dokyun me llevó, presioné uno de los dispositivos que activaban detonadores. Pero solo detonaría uno. Sin escuchar nada, solo un leve temblor en el suelo, hasta las luces de emergencia se apagaron. La Guardia estaba en un modo muy prehistórico. Ninguna de sus últimas tecnologías funcionaban ahora.

     Con métodos muy rudimentarios me introduje en el ascensor. La caída era importante, pero ya iba preparada para ello. Con unos arneses y una cuerda reforzada, fui descendiendo a pequeños saltos sobre la pared. Con ayuda de una pequeña linterna iba viendo por donde iba.

     Tras cerca de media hora descendiendo llegué a la planta que quería llegar, esa que solo los altos mandos llegaban y los condenados iban a pasar el resto de sus días deseando morir.

     Como la puerta del ascensor me presentó problemas, acabé entrando por un conducto de respiración. Lo recorrí apenas unos metros y salí por el primer respiradero que encontré. No sabía qué me iba a encontrar una vez saliera, pero era a lo que me arriesgaba.

     Provocando ruido al caer la rendija, salí con mis armas cargadas y apuntando enfrente mía. Barrí con la mirada el lugar donde había aparecido, pero nada. No había nadie. Estaba sola de nuevo y eso no me gustaba.

     Con la linterna apagada para que no me detectaran, fui moviéndome por los pasillos y tal y como sospechaba, la fuente de energía de esa planta era totalmente ajena a la que yo acababa de destruir, por lo que contaban con suministros de luz y electricidad.

     Al cruzar una esquina, todo en mi cabeza cambió. Allí no estaba sola, había cadáveres por el suelo ya en proceso de putrefacción ¿pero cuánto tiempo llevaban allí muerto? ¿Y sí allí no había nadie? No, algo me decía que completamente sola no estaba y averiguaría qué es lo que había sucedido exactamente.

     Salteando los cadáveres de aquellos que se encargaban de experimentos o torturas, aparatos rotos de los que saltaban chispas, cristales esparcidos por el suelo… Total destrucción, pero eso no me impedía poner mis dispositivos.

     Un ruido hueco justo por delante de mí me puso en alerta. Ese no era un ruido que pudiera haber producido una rata. Una ladina sonrisa se dibujó en mi rostro a causa de la adrenalina que recorría mis venas por la emoción, por la tensión y por lo peligroso que era estar allí en esa situación. Pero qué le iba a hacer si me encantaba sentirme así.

     Con mis pistolas por delante de mí acabé en la sala principal donde los jefazos de La Guardia lo controlaban todo. Allí el panorama era similar a lo que me encontré antes, cadáveres y pantallas destruidas. Sin embargo había algo más, alguien con vida que me miraba fijamente en el fondo de la sala.

     -Estaba ya pensando que no vendrías.

     -¿Acaso me estabas esperando? -Inquirí con asco. La persona que más odiaba en este momento, la persona que llevó a Caolu a su muerte.

     -Sí, por supuesto. Este era el final que nos había planeado a las dos. Aunque me falla el detalle de que me estás apuntando con unas armas.

     -¿Qué estás diciendo, maldita zorra? ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Los has matado tú sola? -desvíe la mirada de Jei por un momento para ver los cadáveres aún frescos de los altos mandos de La Guardia. Estaban todos muertos.

     -Qué insistente eres. Poco a poco, Yezi. No tengas tanta prisa, ya nadie nos espera ni nos necesita, estamos completamente solas -sus palabras solo provocaron más odio en mí. Clavé la mirada en ella. Si tenía que matarla no lo iba a dudar.

     -Solo quiero respuestas.

     -Sí, querida, los he matado yo -Jei dio varios paso al frente, acercándose peligrosamente a mí. Su seguridad al tener la situación bajo control era impresionante, pero yo sabía que no iba a salir viva de aquí.

     -¿Cómo? Si es algo casi imposible.

     -Lo sé, pero gracias a que mataste a Dokyun cuando fuiste al escondite, aquí todo estaba tranquilo y pude hacerme pasar por él. Estos pringados se encerraron aquí hasta que he podido entrar hoy por fin, después de varios días.

     -¿Cómo sabes que lo maté yo? -la idea se cruzó con otra y en mi cabeza algo encajó como un puzzle-. Sabías que cuando tuviera mi primera misión saldría, con Dokyun a mis faldas y podrías entrar… Delataste a tu propia gente… Por tu culpa Caolu está muerta…

     -Tampoco es para dramatizar tanto. No podías estar aquí, si no, no hubiera podido llegar tan lejos. Eres como un grano en el culo, la verdad -Jei se mostraba muy tranquila en la situación en la que nos encontrábamos, a diferencia de mí, que ardía la sangre bajo mi piel.

     -¿Qué no es para dramatizar? ¡Está muerta por ti! -directamente apunté a su cabeza-. No te andes de superior y dime de una puta vez por qué has hecho todo eso.

     -¿Es que no te has dado cuenta? Todo esto de los rebeldes y demás me vino de perlas. Yo quería ser como tú, pero ir a más. Quería mandar en toda La Guardia, hacer lo que me viniera en gana, ordenar lo que quisiera… Y quería que me ayudases, quería mostrarte como era en verdad La Guardia para que te revelases y te unieras a mí.

     -¿Usando a Caolu de por medio? ¿Ella que confiaba plenamente en ti?

     -Pobre ilusa ¿verdad? -Jei soltó una carcajada y mis ganas de apretar el gatillo aumentaron, pero no sé es porqué no lo hice. Meterle un disparo entre sus ojos de una maldita vez-. Pero era un peón necesario.

     -Hasta que te dejó de servir, como otros. Como yo.

     -Chica lista, ya que he llegado hasta aquí no me interesa que vivas. Con todos muertos, podré tener la vida poderosa y tranquila que siempre quise.

     -¿Crees que después de todo lo que has hecho vas a tener una vida tranquila? -ahora fui yo quien se rió ante su ingenuidad.

     -¿Y por qué? -algo de mis palabras, crispó a Jei-. ¿Tú que vas a saber si eres una completa amargada? Creías en algo que no era nada más que una falsa -una horrible carcajada salió de sus labios-. ¿Y ahora qué, Yezi? No tienes nada, ni lo que considerabas tu casa ni a la chica que tanto apreciabas y protegías ¿qué vas a hacer ahora?

     -Matarte ¿qué más si no?

     -No, te equivocas -con una sonrisa en los labios de seguridad plena, Jei comenzó a pasearse por la sala-. Te vas a quedar aquí con ellos, haciéndoles compañía a quienes tanto aprecias y yo me iré.

     Vi como sacaba una pistola corta de su traje y se la llevó a los labios. Estaba disfrutando con ganas de la situación, pero a mí me daba pena. No era consciente de que su final estaba muy próximo, más de lo que creía.

     -Sí, puede ser que aquí vaya a morir, pero tú te vas a venir conmigo.

     -No, tengo otros planes. Hasta siempre, Yezi. Gracias por tus servicios.

     Jei dibujo una satisfactoria sonrisa mientras apuntaba a mi pecho con la pistola. El disparo no se hizo de esperar. Yo lo esperaba, con una tranquila mueca en el rostro que desconcertó a Jei, por supuesto que lo hizo.

     -Nos vemos en el otro lado, Jei…

     Esas palabras, fueron las últimas que pude pronunciar, pero vi como los ojos de Jei se abrían tanto que parecían estar a punto de salírseles cuando se percató de lo que había hecho.

     Justo donde disparé estaba el dispositivo de acción de todos los detonadores que había ido colocando por toda La Guardia. Lo último que escuché fue el pitido final de que se habían activado los detonantes y el calor que me inundó cuando explotó el artefacto explosivo que llevaba conmigo.

     Nadie saldría vivo de La Guardia, y lo mejor de todo, es que la asesina de Caolu se venía conmigo, derechas al infierno.

2 comentarios:

  1. No puedo creer que haya acabado ¿Que hago ahora?

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    1. ¡Hola!

      Suele pasar que uno se quede así cuando acaba una historia o una serie y cosas así. Lo mejor es buscar otra cosa con la que volver a llenarse. Hay muchas historias en el blog que pueden gustarte y si no es así, bueno, hay algunas que están por venir que pueden tener muy buena pinta. ^^

      ¡Gracias por comentar! <3

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