martes, 28 de marzo de 2017

(YeLu) The Guardian -Serial- Capitulo 10


   Notas: ¡Este es el penúltimo capitulo! 😱  Creo que este es uno muy emotivo y fuerte, así que si vais a empezar a a leerlo, coged fuerzas, porque va a ser duro. ¿Qué creéis que pasará al final? Sería divertido conocer vuestras teorías finales sobre como acabará todo. 😄


     Como un acto reflejo, como algo que tenía que hacer sí o sí, aparté el cuerpo del chico al que acaban de disparar y atranque la puerta con mi propio cuerpo. Miré a Caolu, que había sacado un arma de a saber dónde con todo el desorden que había allí.

     -¿Qué hacemos? -me preguntó, acercándose hasta mí. Volvimos a escuchar un nuevo disparo.

     -Tenemos que irnos, pero antes hay que trancar la puerta para que les cueste seguirnos -ella comprendió a la perfección mis palabras. Cuando trabajamos juntas, es como si nos entendiéramos casi sin necesidad de pronunciar palabras.

     Caolu fue directa a por una pesada estantería que estaba en mi pared para moverla contra la puerta. Mientras yo comprobé la munición con la que contaba. Para mi desgracia no tenía demasiada, así que debía administrármela bien.

     Me aparté de la puerta cuando el pesado mueble ya la tapaba prácticamente. Pero no iba a ser suficiente, por lo que entre las dos seguimos poniendo diferentes artefactos, los más pesados que encontrábamos.

     Un sordo golpe en la puerta era un signo de que estaban intentando entrar y de que nosotras teníamos que salir de allí si no queríamos correr la misma suerte que el muchacho.

     Caolu abrió una ventana que al parecer daba acceso a unas escaleras de emergencia. Miró por si desde allí se podía divisar a alguien que hubiera pensado en esa salida, pero el indicarme con la cabeza que la siguiera era signo de que estaba todo despejado ¿de verdad alguien de La Guardia no había pensado en posibles vías de escape para su objetivo? Algo no me cuadraba en todo aquello.

     Ambas descendimos cautelosamente por las escaleras metálicas, aunque el ruido que provocaban las pisadas era inevitable.

     -No podemos llegar al final o nos verán huir -comenté al bajar varios pisos desde donde nos encontrábamos.

     -¿Qué sugieres?

     -Que entremos en esta casa y salgamos por ahí.

     Caolu parecía satisfecha con mi decisión, ya que fue ella quien manipulo la ventana de la vivienda más próxima para poder abrirla.

     Una vez que ambas nos encontrábamos en su interior, recorrimos el piso. Vacío. Lo siguiente fue ir directas a la puerta de salida y comprobar que el pasillo estaba despejado para poder salir.

     Me desconcertó que todo estuviera solitario y que nadie estuviera vigilando las escaleras. Salí de la vivienda y recorrí con la mirada todo, pistola en mano y lista para disparar. Pero los ruidos constantes venían del piso en el que minutos antes estábamos.

     -Vámonos de aquí -sugerí, indicándole con la mano que saliera de ahí.

     -Abajo hay una salida trasera, tengo las llaves para abrirla -Caolu tomó la iniciativa y yo la seguí, atenta al mínimo movimientos para disparar.

     Descendimos hasta lo que era la última planta. La entrada estaba despejada, pero podía ver a través de los cristales del portal a dos Guardianes vigilando cualquier movimiento. Mejor la entrada trasera.

     Seguí a Caolu, guardando sus espaldas mientras abría la puerta. Era vieja y estaba oxidada. Cuando fue a abrirla, provocó un horrible chirrido que seguramente alertó a todos lo que estaban buscándolas.

     Las dos salimos cerrando la puerta tras nosotras y corrimos como alma que lleva el diablo. Ella por delante y yo en la retaguardia. Habían percibido nuestros movimientos y podía intuir que teníamos a alguno persiguiéndonos.

     Si llegaban a reconocernos nos pondrían como rebeldes a las dos y no me hacía ninguna gracia. Apreté el paso, y conmigo, Caolu también. Había percibido la situación como yo. O encontrábamos un sitio donde escondernos o tendríamos serios problemas.

     -Mierda, mierda -escuché maldecir con la voz entrecortada a Caolu.

     Preste atención que le sucedía. Me había dedicado a centrarme en seguirla y en comprobar si nos alcanzaban que no me hubiera percatado que habíamos ido directas a un callejón sin salida. Ni siquiera un mísero lugar donde escondernos. Estábamos atrapadas.

     -¿Y ahora qué? -me preguntó. Un hilo de preocupación pendía de su voz apenas inaudible.

     -Ponte cerca mía, si no podemos ocultarnos tendremos que enfrentarnos -con mis dos gemelas en las manos me puse de frente ante la entrada al callejón, a la espera de ver a quien nos estaba siguiendo.

     -No tengo mucha munición, si vienen todos no podremos contra ellos.

     -Es eso o nada.

     -Estás arriesgando mucho… Te van a tachar de rebelde… -murmuró Caolu, poniéndose a mi lado.

     -Eso no es lo que importa ahora ¿vale? Vas a salir de aquí viva y te irás lejos. Prométemelo -me estaba impacientando. La adrenalina ya comenzaba a hacer efecto en mí, sacando mi esencia depredadora.

     -¿Pero y tú? ¿Qué pasa contigo?

     -¡Prométemelo!

     -Lo haré… Solo si tú vienes conmigo -Caolu era más cabezona que yo a veces, pero al menos me aseguraría que ella pudiese salir sana y salva y tener una buena vida. Aunque me costara la mía propia.

     No volví a responderle. Respiré hondo y tomé el aire por la nariz para luego soltarlo por la boca muy lentamente. Era una técnica que tenía para calmar mis nervios cuando los necesitaba bien tranquilos. La situación lo requería.

     Escuchaba los pasos acercándose. Escuchaba que eran lentos, como si no hubiera ninguna prisa. Con los dedos sobre los gatillos, dispuesta a disparar una vez reconociera el objetivos, contuve la respiración al ver la sombra ya sobre el callejón.

     -Qué… -no entendía nada. Dokyun apareció ante nosotras con un paso tranquilo y una sonrisa de satisfacción en el rostro. Yo me había quedado petrificada al verlo-. ¿Qué se supone que estás haciendo aquí?

     -¿Y tú? ¿Desde cuándo ayudas a los rebeldes? -él se acercaba, de forma amenazante. Era imposible que hubiese encontrado con tanta facilidad, a no ser…

     -Me has seguido ¿verdad? -las manos comenzaron a sudarme. Además, podía notar la inquieta que estaba Caolu a mi lado. Ella había reconocido al susodicho a la perfección. Más de una vez había hablado de él ante ella.

     -Eso importa bien poco, solo que has sido una buena Guardiana. Me has llevado a una de las bases más importantes de los rebeldes y sobre todo, hemos podido acabar con algunos de ellos. Ella está incluida -con uno de sus finos dedos, apuntó a Caolu.

     -Por encima de mi cadáver le vas a poner una mano encima -no era una sugerencia lo que le estaba diciendo. Si tenía que matarlo, lo haría. Por Caolu lo que hiciera falta.

     -¿Eres consciente de que estás defendiendo a una rebelde? -Dokyun se retozaba en sus propias palabras y en el poder que tenía-. Eso te convierte a ti también en una de ellos ¿es eso lo que quieres?

     -No lo escuches, intenta hacerte dudar -escuché el murmullo de Caolu que solo iba dirigido para mí.

     -Tan solo quieren que te unas a ellos porque eres un arma valiosa, y lo sabes.

     -¡Cállate! Te he dicho que por encima de mi cadáver ¿estás sordo? -por mucho que me intentara persuadir, el asco y el odio que sentía por él no haría que bajase mis armas.

     -Tú lo has querido.

     Vi como sacó su arma y apuntaba directamente hacia mí. Mis dedos no reaccionaban. Era como si mi esencia de Guardiana me impidiera atacar a alguien que estaba por encima de mí, pero él sí que iba a dispararme.

     Escuché a mi lado un disparo. Caolu sí que reaccionó, pero falló. Eso me puso en alerta porque él no dudaría en devolverlo, pero fue demasiado tarde. Dokyun disparó y no hacia mí. Él sí dio en el blanco.

     La bala atravesó el abdomen de Caolu. Del impacto, vi como caía de espaldas a cámara lenta. No necesitaba más para responder. Apreté los gatillos de ambas pistolas varias veces. Dos veces fallé. Otras dos dieron en el blanco. Una en la rodilla. Otra en el pecho.

     Lo normal es que fuera a comprobar si seguía con vida y si era así, rematarlo. Pero mi cuerpo reaccionó de otra manera.

     -¿Qué has hecho…? -tan solo murmuré, mientras me arrodillaba al lado de Caolu-. Tenemos que taponarte esa herida y llevarte cuanto antes a un hospital. Déjame verla.

     -No… Déjalo… -escuché la voz quebrada de Caolu y algo se resquebrajó en mí.

     -¿Qué estás diciendo? ¡No voy a dejarte morir aquí! ¡No vas a morir! -aparté su mano, con la que se tapaba la herida. Estaba perdiendo sangre desorbitadamente y lo más seguro es que la bala hubiese hecho daños irreparables, pero tenía que intentarlo.

     -Escúchame… -con una temblorosa mano cogió una de las mías para que le prestara atención, pero los nervios se estaban apoderando de mí. Eso no estaba bien, eso no estaba sucediendo. Tenía que hacer algo ya.

     -No hables mejor, guarda las fuerzas -mi mente se había saturado y no sabía por dónde empezar-. Joder, joder.

     -Yezi, para. No tengo solución ya…

     -No, sí que la tienes ¡sí que la tienes! -grité. No lo pude evitar. Me moriría sin ella.

     -Sh… -a pesar de las circunstancias en las que se encontraba, Caolu me sonrió con ternura. Sacó a duras penas de uno de sus bolsillos una tarjeta micro sd muy sucia, que me tendió-. Aquí tienes información necesaria para destruir La Guardia… Úsala bien, eh…

     -Te vas a poner bien. Y las dos nos vamos a ir lejos de aquí, lejos de todo. Te lo prometo -pude apreciar con una minúscula lágrima descendía por la mejilla de Caolu. Sostuve en mi regazo su hermosa cabeza-. Te vas a poner bien, ya verás.

     -No… Y lo sabes… Espero que mi muerte te sirva para ver de qué está hecha La Guardia… No son buenos, Yezi… Quieren usarnos a su antojo…

     -Te vas a poner bien, te vas a poner bien -no tenía otra cosa en la cabeza que salvarla como fuese, en no pensar que se estaba muriendo en mis brazos sin que yo pudiera hacer nada.

     -Yezi… Mírame por favor…

     Hice lo que me pidió, observé sus ojos serenos, su sonrisa perfecta y la brillante lágrima reinando su mejilla.

     -Yo…

     -Sh… Guarda las fuerzas, pronto vas a estar bien -decía palabras, que ni yo misma me creía.

     -Yo siempre te he admirado ¿sabes? -su casi inaudible voz estaba cargada de un sentimiento que me llegó directamente a mí. Un nudo en mi garganta se formó y tenía una presión en el pecho que nunca antes había sentido. Ni siquiera sabía qué significaba eso.

     -Por favor, no sigas hablando…

     -Perdóname por todo, por si te hice daño alguna vez… Quiero que sepas algo antes de que me vaya…

     -No te vas a ir…

     -Te amo, Yezi…-me dejó sin palabras. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios justo antes de que cerrara sus ojos.

     -¿Caolu? Dime algo ¿Caolu? -le tomé el pulso en la muñeca. No había ningún pulso. Lo probé desde su cuello. Nada. Ni siquiera respiraba-. ¡Caolu! ¡Si es una broma no me gusta!

     La sacudí, pero ella ya no había reaccionado. La había perdido para siempre.

     -Niña estúpida… -murmuré. Sin saber cómo, mis ojos quedaron inundados en lágrimas, que comenzaron a escaparse cayendo lentamente sobre el hermoso rostro de Caolu que ni un entierro digno tendría.

     Pasé varios minutos allí. No sé cuántos exactamente. Pero estuve allí a su lado, acariciando su dormido rostro. Estaba tan bonita que no parecía que hubiese fallecido.

     -Tonta… -me incliné lentamente, hasta que mis agrietados labios se posaron sobre los suyos. No podía dejarla ir, no sin tener antes un beso suyo-. Yo siempre te amé… Aunque nunca haya sido capaz de decírtelo…

     Esos minutos allí con ella sería lo más preciado que tendría. Su cuerpo debía quedarse allí. El cuerpo de un Guardián no tenía sepultura ni podía ser recogido por otro Guardián. Aunque ya no sabía si era eso lo que debía hacer o no.

     Tras asegurarme de haber grabado su imagen en mi mente y haber tomado una decisión recogí mis pistolas y me puse en pie. Dejarla allí tirada me dolería, pero tenía que hacer algo por ella que me agradecería allí donde estuviera ahora.

     Con paso firme, llegué hasta el cuerpo de Dokyun. Él sí que seguía con vida, aunque a duras penas.

     -¿Qué pasa? ¿Tú rebelde novia está muerta? -a pesar de tener la boca ensangrentada, me enseñó su sonrisa, roja y asquerosa.

     -Tienes muy mal aspecto. Lo solucionaré. Te presento tu triste final -y sin dudarlo, apunté a su cabeza y disparé. Me agaché ante su cuerpo y recogí todo lo necesario para abrir puertas en La Guardia que cualquiera no podría.

     Acto seguido, fui directa en busca del resto de Guardianes que lo habían acompañado hasta allí. Uno a uno, los fui matando a sangre fría. Ya poco me importaba si eran conocidos o no. No quería ni a uno vivo.

     Lo que más me descuadró de todo, es que cuando registré hasta el último rincón, no había señales de Jei.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Tus comentarios son importantes para que el blog siga creciendo!