jueves, 1 de diciembre de 2016

(YeLu) The Guardian -Serial- Capitulo 1


Notas: ¡Ya tenéis el capítulo 1! Aquí es donde se hace referencia al Oneshot de Kai y Krystal que os comenté en el prólogo, lo podéis ver aquí -> KaiStal. También se hablara de un personaje que a lo mejor no conocéis. Jei es Fiestar también, pero Dokyun a lo mejor no sabéis de quien se trata. Es componente de History, grupo de la misma compañía de Fiestar y por eso lo escogí. ¡Qué os guste!



   Como siempre, a estas horas de la mañana, cuando ya estaba a punto de marcharme era cuando el comedor común comenzaba a abarrotarse. El momento idóneo para irse tras un desayuno tranquilo y solitario.

   En cuanto accedí al pasillo, mi tranquilidad desapareció a modo de grito y un abrazo por la espalda.

   -¡Buenos días! -su voz cantarina y aguda era reconocible a distancia ¿cómo no saber que era Caolu si era la única capaz de acercarse a mí sin miedo?

   -¿Qué te tengo dicho de abrazarme y gritar?

   -Ah, no seas tan aburrida -ella no se soltó del abrazo, al contrario. Apretó tanto que pensé que me quedaba sin respiración-. Ayer te eché mucho de menos. Me aburrí tanto que creo que he inventado un nuevo idioma.

   -Que chistosa eres ¿es que no tenías nada mejor que hacer?

   -Sí, esperarte ¿te parece poco? -por fin me soltó. No era una persona cariñosa y mucho menos me gustaba que me tocasen. Pero con ella todo era diferente.

   -Voy al centro ¿has pasado ya por allí? -mi pregunta era la misma cada mañana y su respuesta se repetía una y otra vez.

   -Esperaba para acompañarte.

   Éramos completamente diferentes. Ella era dulce, sencilla, hermosa y siempre con una sonrisa en el rostro. Cualquiera diría que su sitio no era pertenecer a La Guardia. En cambio yo era todo lo contrario. Fría, distante y siempre asustándolos a todos con la mirada.

   No me gustaba la gente sensible y adorable, se veían débiles. Pero Caolu era la excepción que cumplía la regla.

   Mientras llegábamos al centro, no pude evitar echarle un vistazo de reojo. Allí todos la adoraban. Caolu era una persona muy fácil de querer y siempre estaba dispuesta a ayudar, pero siempre cumplía sus órdenes sin problemas y eficazmente. Era la mejor que había allí sin lugar a duda. Aunque pocos la valorasen como se merecía.

   -¡Jei! -Caolu llamó la atención de una chica a la que no me apetecía ni ver el pelo.

   -Hola… -me miró como si le asqueara mi presencia. Mejor me reprimía y no la ponía en su sitio por respeto a Caolu-. A las dos.

   -¿Qué pasa? Tienes muy mala cara -por supuesto, Caolu miraba más allá de esa mirada de odio hacia mi persona.

   -Una tragedia, horrible todo. Hay cosas que no entiendo…

   -¿Qué es? ¡Dilo ya! No me tengas en ascuas...

   -Bueno…-con tantos rodeos que estaba dando, me estaba poniendo de los nervios. La aguantaba por Caolu, si no, otro gallo cantaría-. Anoche se declaró a Krystal como enemiga por matar a dos personas que no estaban en las listas. Un grupo de los nuestros sabía dónde se encontraba, junto a su novio Kai…

   -Joder… ¿Y qué ha sucedido con ellos? -Caolu parecía estar de lo más conmocionada por el relato. A mí no me disgustaba.

   -Al parecer, según el informe, se encontraron los cuerpos de Krystal y los de los nuestros, ni rastro del cuerpo de Kai. Tras la autopsia, todas las balas que se han encontrado en los cadáveres que se han extraído, pertenecen a las que suele usar Kai…

   -Qué dices… -tan asombrada y mal estaba Caolu, que hasta me sentía incómoda allí-. O sea, que él mismo mató a su novia...

   -Y él ha desaparecido. También se le va a decretar como enemigo de La Guardia.

   -Hacen bien. Es un traidor y un desertor por huir y no afrontar las consecuencias de sus actos. No se merece nada más que la muerte -cuando abrí la boca, las miradas de las chicas se pusieron en mí ante tan frías palabras, pero era la realidad. Había traicionado a La Guardia al matar a sus compañeros.

   -¿Cómo puedes ser tan cruel? Ellos dos se amaban. Seguro que Kai reaccionó por amor -incrédula, Caolu intentaba defender lo indefendible.

   -No tiene justificación. Eso del amor es una soberana estupidez. Estamos entrenados para no sentir nada. Y eso lo hacía inútil e inservible para La Guardia.

   Ambas chicas guardaron silencio. Me miraban como si lo que estuviera diciendo fueran atrocidades de las peores calañas, pero era la cruda realidad.

   -Yo mejor me marcho. Luego te veo -Jei sobraba allí, hacía bien marchándose. Pero no fue ni capaz de alejarse mucho cuando Caolu casi se me vino encima como una madre defendiendo a su cría.

   -¿Cómo puedes pensar así? Ella seguramente mató a esas personas por un motivo con fundamento y él, estoy segura de que reaccionó como un hombre enamorado y desesperado al enterarse que querían matar al amor de su vida.

   -¿Y por qué había una bala suya en el cuerpo de Krystal? ¿Por qué la mató? ¿Eso es amor?

   -Sí que lo es -su mirada cargada de ira me tenía confusa. Nunca antes había tenido una reacción similar ante mí-. El amor va mucho más allá de eso. Seguramente él la mató para que no lo hicieran otros y le causaran daño ¡Eso es amor! Pero qué vas a saber tú que no tienes ni corazón.

   Se acabó. Aquella discusión se acababa allí. No iba a responder ante argumentos de bajo calibre. Cuando se relajara, hablaríamos.

   Comencé a andar sin responderle. Me ardía la sangre por las venas ¿cómo podía pensar que unos traidores tendrían como motivo de su traición el amor? ¿Cómo? ¿Cómo podía sentir pena por ellos?

   De la rabia que me consumía, deseaba golpear todo lo que me encontraba a mi paso hasta destrozarlo, pero no me quedó más remedio que contenerme. La escuchaba caminar y refunfuñar detrás de mí. Lo mejor era no sacar el tema más, era algo que me enerva los nervios.

   -Yezi, quería felicitarte por lo de ayer. Hiciste un gran trabajo con ese desgraciado -nada más entrar al centro, uno de los encargados me felicitó. No sonreí ni nada, solo me limité a asentir con la cabeza-. Imagino que las dos venís a ver si tenéis algo asignado ¿no?

   -Imaginas bien -ya sabía que Caolu se detuvo a un metro mío. Ya se le pasaría el berrinche de niña pequeña.

   -A ver -el encargado buscó en aquellas pantallas transparentes de alta tecnología sus fichas, donde saldrían asignadas las órdenes que debían cumplir recientemente.

   Miré de reojo a mi amiga. Aún seguía molesta, así que desee con todas mis ganas que fuera lo que tuviéramos que hacer, que fuera separadas. Pero el destino y la suerte se reían en mi cara.

   -Qué suerte habéis tenido. Tenéis que ir juntas -dijo el encargado creyendo que eso nos haría felices, pero pocas ganas tenía de seguir aguantando esas rabietas.

   -¿Y qué es lo que debemos hacer? -e incluso en el tono de voz de Caolu se notaba su disgusto. Aquello sería largo.

   -Tomad, aquí se os explica bien con todos los detalles que creemos que os pueden ser necesarios y útiles -aquel chico nos tendió unas tabletas donde, en efecto, venía la información detallada del personaje a quien debíamos eliminar.

   Trabajar con Caolu en el estado en el que estábamos no iba a resultar nada fácil. Era vital una buena conversación para ponernos de acuerdo sobre cómo hacer las cosas. Odiaba trabajar con alguien, Caolu siempre había sido la excepción, como siempre. Pero sería muy difícil si no nos hablábamos.


***


   No sé cuántas veces había desmontado, limpiado minuciosamente cada pieza y montado mis dos valiosas pistolas de platino. Dos gemelas que llevaba conmigo desde mi primera muerte. Fue un regalo de La Guardia. Sin embargo, cuando parecía que acababa, sentía muy dentro de mí que debía volver a hacerlo

   Casi pasé el resto de la mañana esperando señales de Caolu. Me había leído toda la información que me proporcionaron ya, incluso podría decir que me la sabía de memoria.

   Un viejo político, que se dedicaba a comercializar con el mercado de la prostitución, matando él mismo a las chicas que se negaban a ejercer como esclavas sexuales. Un despojo de la sociedad, la cual le votaba entusiasmada por su aspecto entrañable y cercano. Si supieran lo que hacía por detrás de ellos, seguro que lo despreciarían y perdería una gran cantidad de votos. Por no hablar de su cargo político.

   Pero para algo estaba La Guardia, para librarse de esa chusma despreciable, para librar al pueblo de asesinos a pesar de que nosotros lo fuéramos por consiguiente. Aunque no podíamos matar a quien quisiéramos. O no.

   La cuestión es que había una organización, donde unos grandes ordenadores de última tecnología analizaban toda la información de cada individuo de la sociedad. Sin importar si era panadero o el político más influyente. No importaba las barreras cibernéticas, ni lo protegida que estuviera la información. La Guardia podía acceder a todo, a toda base de datos existente.

   Mediante un sistema de análisis, se detectaban a los desechos que debían ser eliminados y se le asignaba el Guardián que, por sus capacidades, tendría más éxito con la misión. Solo era cuestión de estadísticas.

   Esta era mi casa, mi hogar, donde yo pertenecía. Pocos entendieron ese sentimiento patriótico que me movía por La Guardia. Ni siquiera Caolu era capaz de comprenderlo.

   -Ya era hora de que aparecieras -dije al escuchar la puerta de mi habitación abrirse, pero no era Caolu tal y como esperaba-. Dokyun ¿Qué te trae por aquí?

   -Me dijeron que tenían encomendada una misión, así que he venido a verte directamente para hablar contigo.

   -¿De qué se trata?

   -Es de un asunto un tanto delicado.

   Dokyun había sido mi mejor amigo hace años. Nos criamos juntos en las manos de La Guardia, pero perdí toda la amistad con él cuando se unió a la alta esfera de La Guardia.

   No quería que se me notara, pero estaba muy recelosa con él. Si después de no tener ni un solo contacto en cuatro años, el hecho de que me buscase ahora me inquietaba. No podía ser bueno.

   -Di lo que tengas que decir -insistí. La verdad es que su presencia solo me aportaba malas vibraciones y eso que no solía ser muy supersticiosa.

   -Solo si antes prometes guardar silencio -su mirada disfrutaba de la situación, lo presentía. Deseaba atestarle un buen puñetazo en su socarrona sonrisa y eliminarla de ahí.

   -Prometo guardar silencio. Lo juro por La Guardia -ensanchó su sonrisa cuando pronuncie los votos. Me había metido en algo muy gordo sin saber qué era exactamente.

   -Bien, yo sé que te dedicas en cuerpo y alma a La Guardia, y es por eso que la cúpula y yo hemos decidido encomendarte una minuciosa y secreta misión. La llevarás paralelamente a las que te sean asignadas.

   -Dímelo ya.

   -Veras… -Dokyun comenzó a pasearse en torno a la estancia, observando curioso mi sencilla habitación-. Nosotros sabemos que hay un grupo de los nuestros, rebeldes exactamente, que quieren acabar con la organización.

   -Eso es imposible -sentencié. La sangre comenzaba a arder en mis venas con el solo hecho de pensar que podía haber gente que se revelara contra quien le dio un hogar, una vida y un motivo para seguir adelante.

   -Lo es, solo que nadie más lo sabía. A parte de nosotros, claro.

   -¿Y por qué me lo cuentas ahora a mí?

   -Porque nuestra intención es que descubras quiénes son y nos lo comuniques. Eso sería lo que tendrías que hacer. Muy sencillo ¿verdad?

   -¿Puedo saber porque ahora, tan de pronto, queréis deshaceros de ellos? Hablas como si desde siempre hubiera rebeldes.

   -Sí, siempre -su voz era amenazante, al igual que su expresión. Pero eso no me acobardaba-. Eres muy curiosa y haces demasiadas preguntas. Pero te lo voy a contar.

   Me miró con un aire de superioridad que me irritaba. Ese mequetrefe no hubiera llegado a ser alguien si no fuera por mí.

   -Desde hace unos días ha ido todo a peor. Desde que Kai desertó y nos retó, esos rebeldes que estaban ocultos entre las sombras como sabandijas, han pasado a reagruparse y al ataque. Han llegado a matar a algunos de los nuestros cuando intentaban dar con ellos. Desde entonces, muchos más han desertado y la lista de enemigos de La Guardia ha crecido. Eso nos hace pensar que entre nosotros hay células dormidas que intimidan y lavan el cerebro a los más débiles para que se unan a su causa. Y ahí entras tú. Encontraras esas células y las delatarás de una manera o de otra ¿lo has entendido bien?

   -Sí -no me quedaba otro remedio. Además el hecho de que hubiera quien nos traicionara me alentaba más con aquella misión.

   -Es algo secreto, nadie ha de saberlo. Confiamos en ti -una ladina sonrisa brilló en su rostro triunfante-. Que te vaya muy bien.

   El sonido de la puerta cerrándose me devolvió a la realidad. Traidores. Tenía que darles caza. Pero ahora estaban el político y Caolu. Sobre todo, Caolu.

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