sábado, 8 de octubre de 2016

(Varias) We can dance tonight -Mini serial- Capítulo 3 [FINAL]


Notas: Muchas cosas ha pasado desde que JongDae decidió trabajar en el Playboy... pero muchas más están por pasar, mucho más importantes y que cambiaran toda su vida.

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Capítulo 3


            Kim JongDae caminaba por la calle en dirección al Playboy. Había salido de la estación del metro hacía unos pocos minutos y se dirigía a su lugar de trabajo después de pasarse la mañana y la mayor parte de la tarde en la facultad haciendo cosas productivas para su futuro. Estaba bastante cansado porque casi no dormía entre los trabajos y la confusión que sentía por culpa de aquel cliente que lo había besado varios días atrás y que lo había hecho sentir de aquella forma tan extraña, así que apenas miraba por dónde iba porque de todas formas se sabía el camino más que de sobra y podría hacerlo hasta con los ojos cerrados. Sin embargo, aquella tarde debía haberse fijado en todo lo que lo rodeaba para poder evitar encontrarse con la persona a la que menos quería ver en aquellos momentos, cuando se encontraba a solo una manzana del club en el que estaba trabajando como stripper.

            —JongDae —escuchó que decía una voz muy conocida, tan conocida que sabía perfectamente que pertenecía a su novia BoMi. El chico se detuvo de golpe, mirando a todas partes, intentando encontrar de dónde había salido la voz de su chica—. ¿Qué haces aquí? ¿No estabas haciendo un trabajo esta tarde?

            JongDae se dio la vuelta rápidamente, dándose cuenta de que su chica estaba allí, tras él, en la acera, con una expresión que mezclaba la sorpresa y el enfado en su fino rostro. Tenía el ceño fruncido y los labios apretados y el chico sabía que el enfado era mayor que la sorpresa porque ella lo había cazado en una mentira. Él sabía que debía estar muy cabreada porque durante las últimas semanas le había estado poniendo mil y una excusas para no quedar con ella y ahora lo había pillado en Hongdae cuando supuestamente estaba en la facultad haciendo un trabajo y también sabía que si hubiera sido él quien hubiera descubierto aquello de BoMi también se estaría sintiendo decepcionado y enfadado.

El chico tragó saliva e inspiró hondo, intentando montar en su cabeza una excusa lo más rápido posible. No le gustaba mentirle, nunca le había gustado mentir de aquella forma tan descarada, pero era necesario… o eso era lo que JongDae se repetía una y otra vez para no sentirse tan mal como se sentía en aquellos momentos.

            —BoMi —murmuró en voz baja, pero ella no lo dejó seguir.

            —¿Qué haces en Hongdae? —cuestionó—. ¿Por qué me has mentido?

            —No te he mentido… —respondió, intentando comenzar su justificación para tranquilizarla—. Esta tarde estaba haciendo un trabajo pero he tenido que…

            —No te creo —volvió a interrumpirlo—. ¿Crees que me he caído de un guindo esta mañana y que no sé nada del mundo?

            —Cariño… —JongDae intentó tomarla de la mano, pero ella se la apartó rápidamente, haciendo que algo afilado se clavara en su corazón.

            —Ni cariño ni nada —le respondió—. ¿Cuánto tiempo llevas mintiéndome? Nunca se te ha dado bien hacerlo, siempre te pones nervioso y sudas y así es como estás ahora mismo, así que cuéntame la verdad.

            JongDae suspiró débilmente. BoMi lo conocía demasiado y aunque los síntomas de que se encontraba tan nervioso apenas habían salido a la luz ella ya los había vislumbrado y no se iba a ir de allí hasta que no supiera qué era lo que realmente estaba pasando, aunque el chico sabía que eso era algo que no le iba a poder decir de momento. Quizás varios años más tarde, cuando estuvieran viviendo juntos y ambos tuvieran una relación mucho más madura y seria le contaría que había estado trabajando en el Playboy y ambos se reirían de lo tonto que había sido… pero en ese momento era algo que no podía hacer por nada del mundo.

            Quiso poner en orden sus pensamientos para poder hablar y decir las palabras justas que tenía que decir para calmar a su chica, pero al ver que no le contestaba inmediatamente, BoMi continuó.

            —Llevas mucho tiempo evitándome y comienzo a hacerme preguntas —murmuró—, preguntas sobre si de verdad me quieres o simplemente has dejado de hacerlo y quieres deshacerte de mí alejándote.

            —BoMi… este no es sitio para hablar de este tema —respondió, pero ella no lo escuchó.

            —A veces también pienso que lo más probable es que tengas otra chica y que por eso ya no quieras pasar tiempo conmigo y me evites —dijo, mirándolo a los ojos seriamente—. ¿Estás saliendo con otra chica y por eso no tienes tiempo para mí?

            BoMi había alzado la voz con su última pregunta y las personas que pasaban a su lado por la acera se los quedaron mirando fijamente, cotilleando lo que a ojos externos parecía ser una infidelidad que había sido pillada, aunque no lo fuera para nada. Por este motivo, el chico esbozó una pequeña sonrisa a modo de disculpa para los transeúntes por los gritos de su chica y los invitó sutilmente a que se metieran en sus propios asuntos con su mirada para apartarlos a ambos del tránsito, tomando a su chica del brazo y llevándola junto a la pared del edificio más cercano.

            —Por favor, BoMi, no grites —pidió—. Te voy a explicar las cosas, pero necesito que te calmes.

            Ella lo miró muy enfadada en cuanto dijo aquellas palabras y bufó. JongDae no sabía cómo la iba a calmar, porque parecía que no quería escucharlo, que no quería escuchar cualquier excusa, que quería la verdad… pero JongDae no le podía decir la verdad, no a ella, no hasta que no se solucionara todo y hasta que dejara su trabajo. Sin embargo, no sabía tampoco qué era lo que le iba a decir a su chica para que le creyera en aquellos momentos. Nunca había pensado realmente qué era lo que iba a decir, la excusa que iba a poner, si se diera el caso de que fuera descubierta su tapadera.

            —BoMi… yo…

            JongDae no pudo seguir con el discurso improvisado porque de repente sintió una mano en su hombro que lo detuvo. El chico se dio la vuelta de nuevo, viendo a su amigo KyungSoo allí y se sintió salvado. Probablemente su amigo había visto lo que estaba sucediendo con su novia y se había acercado a ayudarlo, así que eso lo reconfortó y le echó una mirada significativa al menor, pidiéndole ayuda para salir de aquella situación. KyungSoo le dedicó una mínima sonrisa que le decía que había captado el mensaje a la perfección y se metió en su papel rápidamente para que JongDae no tuviera que preocuparse por nada ahora que él se encontraba allí.

            —Gracias por acompañarme y por esperarme aquí —fue lo primero que dijo—. Ya podemos irnos y seguir con el trabajo.

            —Sí, claro —murmuró él en respuesta, antes de girarse hacia BoMi, esperando que aquel pequeño teatrillo hubiera tenido un efecto tranquilizador para su chica—. Cariño —le dijo, viendo que ella ya no respiraba de forma agitada y que parecía estar más calmada—. Te quería explicar esto, que estaba en la residencia con KyungSoo haciendo un trabajo y que me había pedido que lo acompañara en un momento a por algo que necesitaba mientras hacíamos un descansito —JongDae vio como aquella expresión enfadada que había tenido BoMi en su rostro desde hacía unos minutos la abandonaba para ser sustituida por otra de arrepentimiento—. No hay otra, así que no te preocupes, ¿vale? —tomó sus manos entre las suyas y las acercó a sus labios para darle un pequeño beso.

            —Lo siento —murmuró ella—. He tenido mucho tiempo para pensar en todo demasiado porque no nos vemos apenas, ni tampoco hablamos y estoy asustada.

            —No tengas miedo de nada —JongDae aprovechó aquel momento para darle un abrazo como llevaba tanto tiempo sin hacer para mostrarle que la seguía queriendo y que no sucedía nada de lo que tuviera que preocuparse.

            —¿Me quieres? —cuestionó BoMi contra su clavícula—. Yo te sigo queriendo mucho.

            —Claro que te quiero, pequeña —le respondió sin dudarlo y notó cómo su chica se destensaba rápidamente entre sus brazos.

            —Lo siento —dijo ella—, siento haber montado esta escena en mitad de la calle. No debería haberlo hecho.

            BoMi se separó de su cuerpo para dedicarle una mirada en la que decía mucho más que con sus palabras y JongDae se sintió un poco mal por hacer ver que ella era la mala de la película cuando él tenía la mayor parte de la culpa en todo aquello. Apretó los labios en una fina línea y después asintió con su cabeza.

            —Debería irme —murmuró—, sino no acabaremos eso jamás.

            —Claro... no te entretengo más —dijo ella, alejándose un par de pasos—. ¿Cuándo podremos quedar? Te echo de menos.

            —Yo también te echo de menos —respondió sinceramente—, pero no lo sé... te avisaré, ¿vale?

            BoMi asintió a sus palabras y luego se dio la vuelta, echando a andar. JongDae estuvo unos minutos viendo su espalda entre el gentío y después se giró hacia KyungSoo, que tenía una expresión indescifrable en su rostro.

            —Esto ha sido un poco cruel, ¿no crees? —le comentó—. BoMi se merece saber la verdad.

            —No puedo decirle que no tengo ni un puto duro —respondió JongDae—, por eso solo puedo esperar a que esto termine pronto para volver a la normalidad.

            —Sería todo más fácil si se lo contaras —le aconsejó su amigo.

            —No lo creo.

JongDae terminó la conversación de aquella forma, dejando a KyungSoo con la palabra en la boca porque llegaba tarde al trabajo y no podía permitirse perderlo, a pesar de que se tratase de ser un stripper en un club gay y a pesar de que sabía que una vez llegara allí sus problemas se multiplicarían debido a SuHo.


★★★


            Habían pasado un par de días desde el último encuentro que había tenido con BoMi y JongDae se seguía sintiendo bastante mal por haber tenido que mentirle de aquella forma tan descarada, pero era lo único que podía hacer para que su secreto no fuera descubierto. Aun así, se encontraba bastante pensativo, lo que hizo que las demás personas que trabajaban con él en el Playboy se dieran cuenta de que algo debía de sucederle porque estaba mucho más callado de lo que era habitual en él. El primero en acercarse y en preguntarle si algo malo le sucedía fue YiXing, pero no tuvo tiempo de abrir la boca para contestarle a la cuestión, ya que en aquellos instantes, una persona menuda entró en la sala con un grito, lanzándose a los brazos de JongIn, quien apenas pudo sujetarla unos segundos antes de caer al suelo ambos envueltos en una cascada dorada de cabello.

JongDae miró interrogante a todas las personas que se encontraban allí, intentando que alguien le dijera algo, pero todos esbozaban sonrisas cálidas sin decir ni una palabra al respecto.

—¿Qué haces hoy aquí, SeulGi? —escuchó que decía JongIn desde el suelo, intentando quitarse de encima a la chica rubia—. No me habías avisado que venías.

—Quería darte una sorpresa —respondió ella, levantándose del cuerpo de JongIn y dejando que JongDae pudiera verle la cara por primera vez.

Era bastante guapa, tenía el rostro tan fino como el de una muñeca de porcelana, los ojos pequeños y sus labios esbozando una gran sonrisa. Por el contexto y por lo que había escuchado en aquel momento y tiempo atrás de los labios de JongIn, el chico supuso que aquella tal SeulGi debía ser su novia, la única persona de sexo femenino que dejaban entrar al local para que viera a su chico en escena —o eso era lo que JongDae tenía entendido—.

—Prefiero que me avises mejor —fue lo que le contestó JongIn a la chica—, así al menos no nos iremos al suelo siempre.

El chico se acercó a ella con una sonrisa tímida, completamente diferente a la que mostraba en el escenario, que era mucho más decidida y pícara y le dio un corto beso en los labios antes de dirigirse hacia JongDae.

—SeulGi, te presento a la nueva incorporación del Playboy, Chen —dijo señalándolo a él y la chica se acercó y le plantó dos besos, uno en cada mejilla, dejándolo completamente paralizado.

—Encantada de conocerte, Chen —sonrió—. Espero que estos señoritos se estén portando de maravilla contigo.

—Sí, me ayudan mucho con todo —murmuró todavía sin salir del shock inicial por aquel acercamiento tan amistoso e inesperado.

—Eso es perfecto —SeulGi le sonrió y luego se giró hacia JongIn—. Me voy fuera con las chicas, que me estarán esperando.

—¿Cómo que las chicas? —cuestionó él—. ¿Quiénes han venido y cómo las han dejado entrar?

—Bueno… ya sabes que tengo mano con el de seguridad. WonSik siempre es muy amable conmigo y con mis amigas —respondió ella—. Y han venido Irene y Wendy. Siempre habían querido acompañarme para verte bailar.

—¿Dónde están? —preguntó JongIn. JongDae pudo apreciar que el chico tenía miedo de la respuesta que pudiera recibir y segundos más tarde sabía exactamente el por qué.

—Están en el pasillo —SeulGi se giró hacia la puerta y gritó—: ¡Chicas! ¡Podéis entrar!

Al instante, dos muchachas igual de bajitas que SeulGi y con cara de muñeca aparecieron en la habitación. Una tenía el pelo más claro que la otra y flequillo y su rostro brillaba con ilusión; la otra chica, la del pelo oscuro, parecía algo más cohibida.

—Os presento a las amigas de mi chica —murmuró JongIn con resignación—. Wendy —señaló a la del pelo claro—, e Irene.

—Es maravilloso poder estar aquí, rodeada de gays medio en bolas y haciendo espectáculos llenos de perversión —comentó Wendy, hablando rápidamente y con un acento algo marcado que le indicó a JongDae que no era coreana nativa, sino de algún otro lugar del mundo—. ¿Me dejáis entrar a alguna de las salas privadas mientras hacéis vuestras cositas? Necesito ideas para mis historias.

—Primero —empezó JongIn—, aquí los únicos gays que hay son SeHun y YiXing, a los demás nos gustan las mujeres —la expresión de Wendy perdió un poco de brillo, pero seguía muy ilusionada—, y segundo, no puedes entrar a ningún lugar privado porque el mismo nombre lo dice: es privado.

JongDae desconectó en aquel momento de lo que hablaban aquellos dos en la habitación porque parecía que iban a llegar a las manos en cualquier momento y no tenía ganas de parar aquello. Por eso mismo, se dedicó a pasear su mirada por los demás que estaban en la habitación. YiXing también se había evadido de lo que allí sucedía y se había puesto unos auriculares mientras terminaba de arreglarse el vestuario y se daba algunos retoques al maquillaje brilloso que todos tenían que llevar. Sus ojos se posaron luego en SeHun, que parecía disfrutar muchísimo, al igual que SeulGi del espectáculo que se estaba desarrollando; y por último, JongDae se fijó en las otras dos personas que ocupaban la habitación, observando algo extraño.

Irene, la chica que no había dicho ni una sola palabra desde que había entrado al lugar, no paraba de mirar fijamente y sin disimulo alguno a Lu Han, que le devolvía una mirada parecida. Ambas estaban cargadas de interés por el otro y JongDae se apuntó aquel dato para luego hablarlo cuando las tres chicas se hubieran ido. Lu Han y él no se llevaban del todo bien porque el mayor a veces era un poco brusco y sarcástico, pero en realidad parecía buena persona, así que si le había gustado la amiga de SeulGi, podían hacer algo entre todos para que sucediera.

Algunos minutos más tarde, y tras muchos intentos, JongIn conseguía que las chicas se fueran de la sala porque el espectáculo iba a comenzar pronto y solo YiXing se había terminado de preparar para éste.

—Wendy es un terremoto —comentó SeHun cuando se hubieron ido y JongIn se giró hacia él y suspiró.

—A veces me satura…

JongDae quiso hablar en aquel momento del tema del que se había dado cuenta minutos antes con sus compañeros, pero dado que Lu Han seguía allí con ellos y que no tenían mucho tiempo para terminar de prepararse, decidió que lo mejor era posponerlo para otro día. Con muchas cosas en mente sobre su actual vida, JongDae caminó hacia el escenario e hizo una performance sencillita, escuchando los gritos emocionados de una chica de fondo que no podía ser otra más que Wendy y sintiendo las miradas penetrantes de todos los hombres de aquella sala sobre su cuerpo casi desnudo.

Más tarde, el chico se dirigió a paso lento hacia su sala privada, donde un cliente en concreto lo esperaba. El lugar estaba muy tenuemente iluminado, así que JongDae no le vio la cara al entrar, pero reconoció su silueta sentada en el sofá, con las piernas levemente abiertas, invitándolo a subirse sobre ellas. Apenas había visto sus rasgos en aquella penumbra las veces anteriores, pero estaba seguro de que si se lo encontraba en cualquier sitio con iluminación podría reconocerlo… y eso lo asustaba.

Caminó hacia él a paso lento y luego se subió sobre su regazo, colocando sus manos en los hombros ajenos y sintiendo las de este rodeando su cintura, atrayéndolo más cerca de su cuerpo. JongDae sabía que como siguiera haciéndole lapdances a SuHo iba a terminar muy mal, pero en el momento en el que comenzó a moverse sobre él, lo demás dejó de importar y lo único que tenía en mente era hacer disfrutar a la otra persona y no porque fuera su trabajo, sino porque quería que el otro disfrutara al máximo de sus atenciones.

Fueron dos lapdances las que había pagado SuHo, pero la segunda no llegó a ser realizada porque cuando estaba a punto de comenzarla, éste unió sus labios como si estuviera sellando una especie de contrato del que JongDae no sabía los términos y metió una de sus manos bajo su camiseta, acariciando su espalda, mientras que la otra le bajó la cremallera de sus pantalones de cuero. JongDae quiso protestar, pero la protesta murió en sus labios cuando SuHo introdujo la lengua en su boca y la mano en sus calzoncillos.

Sin poder evitarlo, por el constante contacto, JongDae se encontró erecto y necesitado en muy poco tiempo, anhelando mucho más por parte del otro, que no tardó en dárselo. El chico solo había notado una erección antes, la erección de SuHo, pero había sido cuando había todavía cuatro capas de tela de por medio… en aquellos momentos la sintió dura, caliente y palpitante contra la suya y no pudo evitar que un gemido gutural se escapara de su garganta, dejando su mente completamente en blanco en aquellos instantes. A partir de aquel momento, JongDae solo se dedicó a ser una criatura movida por sus instintos y su razón solo volvió cuando su pene se descargó sobre la camisa de su acompañante. En ese mismo instante, volvió a sus sentidos y se dio cuenta de lo que había sucedido allí.

            Tambaleándose porque las piernas le temblaban por su reciente orgasmo, JongDae se levantó y se arregló el pantalón, saliendo de la habitación sin mirar atrás, pero con el corazón bombeándole a mil por hora y con una sensación demasiado agradable en su cuerpo como para que fuera normal.


★★★


            JongDae se despertó a la mañana siguiente con una erección palpitante entre las piernas que no quiso tocar por nada del mundo ya que le venían a la mente recuerdos de lo que había sucedido el día anterior entre él y SuHo, lo que éste había hecho y lo mucho que había disfrutado de las atenciones que había recibido. El chico no se entendía, no sabía por qué cosas que deberían disgustarle porque él no era gay le gustaban. Estaba realmente confuso con su cuerpo y con su cabeza. Aparte de que además, estaba BoMi. BoMi era su chica, su novia, la amaba y siempre había disfrutado de su contacto y de sus caricias… pero éstas jamás habían sido tan intensas como lo poco que había recibido de SuHo, sus besos, sus pequeños labios chocando contra los suyos y sus manos maravillosas haciéndole rozar el paraíso.

            JongDae negó con la cabeza. Pensar en SuHo no era bueno porque hacía que su cuerpo tuviera reacciones ridículas y recordara cosas que no quería recordar por nada del mundo; pero además de eso, lo confundía en términos en los que él no debería de estar confuso.

            Como un pensamiento fugaz, una idea sobre cómo resolver su problema se instaló en su cabeza. Si no era gay, podía probarlo perfectamente intentando hacer cosas con cualquier homosexual que conociera… y con cualquiera quería decir YiFan, que para eso lo había metido en aquel berenjenal y estar trabajando en el Playboy era lo que le había hecho dudar de lo que quería o no. Todo había sido culpa de su amigo, así que él le iba a resolver aquel problema.

            Con aquello en mente, JongDae se sintió mucho más animado que los días anteriores, mucho más animado desde que había conocido a SuHo y éste había comenzado a confundirlo con sus labios y sus manos.

            Aquel día en la universidad atendió a todas las clases a las que en los últimos tiempos había dejado de atender porque su mente estaba demasiado distraída y divagaba y escuchó todo lo que BaekHyun parecía tener que contarle sobre aquella chica que había conocido un tiempo atrás y con la que había seguido en contacto y había quedado un par de veces. Siendo su amigo como era, JongDae sabía que aquella relación que había empezado con una noche de sexo iba a llegar a algo mucho más serio si las cosas seguían de esa forma, ya que BaekHyun jamás se ataba a nadie y tenía por norma no salir dos semanas seguidas con la misma chica. Aquel día, incluso, aguantó todas las bromas de ChanYeol con respecto a su trabajo en el Playboy y le contestó con tranquilidad y con cierto sentido del humor a todas ellas, dejándolo callado en algunas ocasiones. Sin embargo, a pesar de que hizo todo aquello, lo único que se encontraba en su mente, era tener un momento a solas con YiFan para poder proponerle lo que quería… cosa que no pasó hasta que no terminó la jornada universitaria.

            JongDae salió unos minutos antes de su última clase y fue al pasillo en el que su amigo tenía clase para interceptarlo y proponerle lo que quería hacer. Solo tuvo que esperar unos momentos antes de ver entre la multitud a YiFan, destacando por su altura, y cogerlo del brazo para que no se le escapara.

            —Hombre, JongDae —lo saludó, sorprendido—. ¿Qué haces aquí? ¿No tendrías que estar ya dirigiéndote al trabajo?

            El chico agradeció enormemente que YiFan no mencionara en voz alta en qué consistía su trabajo, tal como habrían hecho BaekHyun y ChanYeol, y le sonrió para transmitir una seguridad que había sentido hasta el momento, pero que comenzaba a flaquear rápidamente.

            —Me gustaría discutir contigo sobre un tema en concreto —respondió—, además, tengo todavía bastante tiempo antes de entrar.

            —Oh, perfecto —contestó el otro—. Vamos a cualquier cafetería del centro y hablamos.

            —Me temo que no es un tema que se pueda hablar libremente en una cafetería —murmuró JongDae en voz baja y YiFan se tuvo que agachar un poco porque fue un murmullo muy suave y desde la posición en la que se encontraba apenas lo pudo haber escuchado.

            —¿De qué se trata? —preguntó con un poco de preocupación.

            —De un tema privado —respondió, sin dar más detalles, pero su amigo asintió, comprendiendo a medias que debía ser algo sobre el Playboy.

            —Vamos a mi residencia entonces —propuso.

            JongDae asintió y luego echó a andar tras su amigo en dirección al lugar en el que residía el mayor. El camino fue bastante silencioso porque ninguno de los dos era una persona que hablara demasiado cuando estaban juntos y porque por lo menos, de parte de JongDae, no tenía muchas ganas de hablar hasta que no llegaran a un lugar en el que supiera que nadie lo iba a juzgar por sus actos y que nadie lo iba a ver aparte de YiFan. En apenas unos minutos, llegaron a la habitación de la residencia y el mayor cerró la puerta tras ellos antes de dirigirse a JongDae.

            —¿Y bien? ¿De qué era de lo que querías hablar?

            —Me gustaría conformar algo contigo ya que eres la persona con la que más confianza que tengo para poder hacer esto —respondió JongDae. YiFan expresó lo confundido que se sintió por aquellas palabras con una simple mirada.

            —No sé a qué te refieres —contestó—. Creía que con quien más confianza tenías era con BaekHyun.

            —Ya… y así es —le confirnó—. Pero BaekHyun no es gay —agregó.

            —¿Y eso que tiene que ver?

            —No os lo he contado… pero han pasado cosas entre SuHo y yo —dijo con rapidez, queriendo que aquel mal trago terminara pronto—. Me ha besado varias veces y anoche me masturbó mientras le hacía una lapdance.

            —Pero eso…

            —Sí, sé que eso no está permitido y que podría haber hecho que WonSik lo sacara a patadas de allí con toda su mala hostia… —cortó antes de que YiFan pudiera terminar—, pero no lo he hecho… porque me gustó.

            La expresión que apareció en el rostro de YiFan fue todo un poema y JongDae no supo cómo describirla porque era una mezcla de varios sentimientos encontrados, así que se forzó a hablar de nuevo para no sentirse tan incómodo.

            —No soy gay —aclaró—. Yo quiero a BoMi… pero he comenzado a dudar sobre mi sexualidad por esto… y quiero confirmar que me siguen gustando las mujeres.

            —¿Y qué papel juego yo en este problema?

            —Quiero confirmar contigo que no soy gay —respondió muy seriamente—. Quiero que me des un beso para confirmar que no soy gay.

            Durante unos segundos, el silencio fue total en la habitación y JongDae pudo escuchar de fondo los ruidos propios de la ciudad y los gritos de otras habitaciones cercanas, pero nada salió de los labios de YiFan durante unos minutos. El chico se puso un poco ansioso durante aquel tenso silencio y luego quiso matar a su amigo cuando le dio su respuesta.

            —No pienso besarte, Kim JongDae.

            —¿Y tú te consideras amigo mío? —cuestionó algo indignado—. Los amigos se ayudan cuando tienen problemas.

            —Y yo te ayudo con tus problemas —replicó YiFan—, pero esto ya se pasa de la raya.

            —Bien, bien —JongDae se dio la vuelta y se dispuso a salir de la habitación—. Se lo pediré a YiXing. Él sí que estará de acuerdo en ayudarme con ello.

            El chico esperaba que la reacción a su respuesta fuera algún tipo de grito en aquel tono de voz alto y grave que YiFan utilizaba cuando algo lo molestaba de una forma que rayaba lo normal, pero el otro lo sorprendió gratamente cuando simplemente dijo las dos palabras que esperaba escuchar desde el principio.

            —Lo haré.

            —Gracias —murmuró JongDae, girándose de nuevo hacia él—. Sé que no debe de ser fácil.

            —No lo hago por ti realmente —le contestó—, es para que no te acerques a YiXing.

            —Me lo suponía —sonrió.

            El ambiente se volvió un poco cargado, aunque esta vez no fue por la misma razón, y cuando JongDae caminó hacia YiFan, lo hizo lentamente y mirándose los pies porque sabía que no iba a poder resistir la mirada fija del mayor. Al llegar junto a él, se mantuvo a varios centímetros de distancia y alzó un poco la mirada, dándose cuenta de que los labios de YiFan quedaban a la altura de su frente y se sintió un poco ridículo por ello.

            —¿Quieres que me agache? —cuestionó YiFan, divertido, tocando a su orgullo que ya de por sí ese día estaba bastante atacado por lo que estaba a punto de hacer.

            —No hace falta.

            JongDae dijo aquellas palabras y seguidamente se puso un poco de puntillas a la vez que alargó su brazo hasta el cuello de YiFan e hizo que se inclinara también. Cuando sus labios estuvieron a un par de centímetros de distancia dudó durante una milésima de segundo… pero tragó saliva y cruzó aquella distancia. Lo primero que sintió fue una leve presión y lo segundo que YiFan correspondía automáticamente sus movimientos. Durante unos segundos, se mantuvo pegado a aquellos labios, pero tras unos instantes simplemente se separó teniendo varias cosas muy claras.

            O YiFan no besaba tan bien como siempre había dicho o realmente él no era gay y por eso no había sentido absolutamente nada.

            Una pequeña y aguda vocecita en su cabeza le recordó entonces que sí que le gustaban los besos de SuHo y que eso tenía que significar algo, pero él la obvió por unos instantes.

            —¿Y bien? —le peguntó YiFan—. ¿Te ha ayudado?

            —Creo que sí —murmuró, sin estar muy seguro.

            —Perfecto —respondió el mayor—. A mí me ayudaría que esto no saliera de la habitación.

            —No te preocupes —rió JongDae—. No es como si fuera algo que quiera contarle a todo el mundo. Tengo una reputación que mantener.

            Algunos minutos después, JongDae salía de la habitación llevándose la mano al bolsillo de su pantalón para hacer una llamada. Le había estado dando vueltas durante algún tiempo y, una vez visto que con YiFan no sentía nada de nada, quería ver qué era lo que sentía junto a su chica. Al primer tono, su llamada fue contestada por una voz masculina.

            —¿MinSeok? —preguntó. Nunca lo había llamado al móvil, así que no estaba seguro de cómo sonaba su voz por teléfono.

            —Sí. Soy yo —respondió—. ¿JongDae?

            —Sí.

            —¿Sucede algo?

            —Sí… aunque no es nada malo —le aseguró—, pero me gustaría poder tener esta noche libre en el trabajo. Me lo puedes descontar del sueldo.

            —Oh… supongo que no debe ser demasiado grave… pero sí importante —comentó MinSeok al otro lado de la línea—. No te preocupes, puedes tomártela libre, pero no hagas de ello una costumbre.

            —No te preocupes. No lo haré —le aseguró—. Mañana estaré allí como un reloj.

            JongDae colgó aquella llamada y justo después buscó en su agenda el número de su chica y la llamó. Aquella vez tuvo que esperar un par de tonos más para que su llamada fuera respondida, pero cuando escuchó la voz de su chica en su teléfono sonrió justo antes de hacerle una propuesta: quedar aquella noche. BoMi respondió afirmativamente a su propuesta y JongDae esbozó una sonrisa antes de transmitirle el lugar y la hora en la que se encontrarían.

            Apenas una hora más tarde, se encontró en un hotel barato con BoMi, desnudos sobre la cama, penetrándola una y otra vez de una forma algo más brusca de lo que siempre lo había hecho, buscando sentir de aquella forma el mismo sentimiento que había tenido el día anterior cuando SuHo había masturbado sus miembros juntos. Su chica gemía y sus gemidos reverberaban en sus oídos y en las paredes de la habitación y sus uñas se clavaban en su espalda intentando anclarse al mundo real mientras estaba sumida en el placer. JongDae simplemente embistió una y otra vez hasta que se corrió dentro del condón y después se retiró del cuerpo de BoMi, sabiendo que aquella, que debía haber sido la mejor noche de su vida, había quedado muy lejos de la anterior que había compartido de una forma mucho menos fogosa y erótica con SuHo.

            En aquel momento, JongDae quiso echarse a llorar, pero simplemente se acurrucó contra el cuerpo de su chica como si aquello fuera a solucionar milagrosamente todos sus problemas.


★★★


            JongDae siempre había sido una persona que se comía la cabeza por cada mínima cosa que sucedía en su vida, que se devanaba los sesos antes de tomar una decisión en cualquier asunto, ya fuera una tontería o algo mucho más serio; así que, por eso se encontraba aquella mañana de domingo tirado sobre la cama, mirando fijamente al techo blanco de su habitación, pensando. La última vez que se había reunido con BoMi no había sido como siempre, no había sentido ninguna emoción, ni cuando la vio ni cuando se acostaron juntos y eso era algo que el chico seguía sin comprender.

            ¿Cómo podía haber cambiado tanto en unas pocas semanas? ¿Cómo aquello que antes amaba y adoraba ahora le era tan indiferente? ¿Y por qué no podía dejar de pensar ni un solo segundo en SuHo, en sus besos y en sus caricias? ¿Acaso eso significaba que se había vuelto gay?

            JongDae ahogó un grito de frustración contra la almohada para no hacer que su madre, que tenía un día de descanso, se preocupara por él. No sabía qué le sucedía, pero tampoco quería seguir tratando de aquella forma tan cruel a BoMi porque ella no se merecía que lo hiciera, BoMi se merecía que un chico bueno la quisiera con todo su ser y con el que pudiera ser feliz; al contrario de aquellos momentos, que se veía perfectamente que no era para nada feliz y todo había sido por su culpa.

            El chico tenía que aclararse pronto con su identidad sexual para poder volver a ser la persona de siempre, sin todos aquellos problemas que eso le estaba causando y, sobre todo, para poder arreglar su situación con BoMi de una forma en la que ambos salieran bien. Odiaba tener que mentirle y ocultarle todo lo que le estaba pasando, pero de esa forma, su chica sufría menos que si lo supiera y, al menos, eso le daba algo de tranquilidad… aunque no mucha.

            JongDae se levantó de la cama y miró su teléfono móvil que se encontraba en la mesita. Se había pasado un par de horas en aquella misma posición pensando solo y tenía muchas cosas que hacer para esa semana que aún no había ni empezado, así que, rápidamente se puso algo de ropa cómoda y comenzó con sus trabajos de la universidad, manteniendo alejados de su mente los demás temas que lo preocupaban para no distraerse.


★★★


JongDae había estado pensando en los últimos tiempos que debía de hacer algo con lo que le había estado sucediendo y para poder tomar la decisión correcta, tenía que hablarlo con un montón de personas. El caso era que para poder hablarlo con sus amigos tenía que estar loco porque ellos siempre hacían sangre de cualquier pequeña herida y aquella era una gran herida, por lo que el chico no estaba totalmente seguro de querer eso. Sin embargo, quienes más lo conocían eran ellos y ellos eran quienes, viendo la gravedad de la situación, lo aconsejarían mejor para que tomara el camino que mejor le convenía. Quizás no era la cosa más agradable que podía hacer, pero era lo mejor para poder cortar de raíz todos los problemas que lo estaban acosando y que no lo dejaban hacer nada a derechas… y los parciales se acercaban y tenía que aprobarlos todos, por lo que no podía tener nada más que los temarios en mente, cualquier otra cosa, le quitaba espacio para lo que era realmente importante y no podía permitirse suspender.

Durante toda la mañana, el chico se sintió bastante nervioso y notó las miradas preocupadas de sus amigos cada vez que se cruzaban. Todavía no les había dicho ni una palabra, ni siquiera les había comentado que quisiera hablar con ellos, pero, al parecer, tenían todos una especie de sexto sentido en cuanto a sus problemas se trataban. Por eso, cuando JongDae envió un mensaje al grupo que tenían, todos le contestaron afirmativamente a su petición de quedar para comer en un lugar tranquilo para poder hablar.

Cuando llegó la hora del almuerzo, JongDae se dirigió al sitio en el que había quedado, encontrándose allí a todos sus amigos, con bocatas que se habían sacado de las máquinas expendedoras, esperándolo. Con un poco de miedo, el chico avanzó por la hierba hasta el semicírculo que se había formado y al que le faltaba una persona en el centro para poder estar completo. Soltó su mochila y después se dejó caer en el suelo, entre BaekHyun y ChanYeol, preparándose mentalmente para lo que iba a pasar.

 —Bien. Ya estamos todos —dijo KyungSoo—. ¿De qué querías hablarnos?

—YiFan ya lo sabe… —fue lo que contestó, haciendo que todas las miradas se dirigieran al mayor, dándole un momento de respiro a él para poder contestar apropiadamente a la pregunta—, pero quería hablarlo también con vosotros…

Después de aquello, les comentó a los chicos lo que le había estado sucediendo en el club, lo que había hecho con SuHo y lo que había sentido al hacerlo. También les contó cómo se sentía con respecto a sus sentimientos por BoMi y lo confuso que estaba por todo aquel tema, pidiéndoles consejo en cuanto terminó de hablar. Era la primera vez que se sinceraba tanto con respecto a aquel tema, e incluso YiFan parecía un poco sorprendido, pero JongDae se forzó a intentar no pensar en aquello, solo quería saber cuál era la opinión de todos.

—Yo sigo pensando que lo mejor es que hables con BoMi y le cuentes todo esto que nos has contado a nosotros —respondió KyungSoo primero—. Probablemente os duela a ambos, pero será mucho menos doloroso cuanto antes lo hagas.

—Esa es una buena idea —comentó ChanYeol—, pero yo también lo hablaría con el tal SuHo ese. Decirle que tienes novia y que estás trabajando ahí solo porque pagan bien… también tendrías que preguntarle que intenciones tiene contigo y todo eso.

—Y sobre todo tienes que pensar en lo que tú quieres, no en lo que es más fácil —dijo YiFan—. Puede que sea difícil o bochornoso salir del armario si realmente te gustan los hombres al final, pero es realmente satisfactorio hacerlo, te lo digo por experiencia… te quitas un gran peso de encima.

JongDae asintió a todo lo que éstos le habían dicho, dándole vueltas en su cabeza a cómo poder hacer todo aquello que le habían propuesto. Después, se giró hacia BaekHyun, que todavía no había hablado y eso era muy raro en él.

—¿Qué piensas tú, Baek? —le cuestionó. Después de todo, él era su mejor amigo y algo tendría que decir con respecto a ese tema.

Sin embargo, BaekHyun no dijo nada al principio, solo se encaró a JongDae y lo abrazó fuertemente, transmitiéndole mucho más que si hubiera dicho una palabra. El chico correspondió el abrazo lo más fuerte que pudo y escuchó atentamente las palabras que le susurró el mayor al oído, para que nadie más pudiera oírlos.

—Debe haber sido muy difícil para ti —murmuró—, pero lo mejor que puedes hacer es hablarlo con los dos implicados y seguir lo que te dicte tu corazón.

—Gracias —le susurró.

Tras aquella reunión con sus amigos sentía su cabeza mucho más despejada, pero la seguía notando a punto de estallar y suponía que ésta seguiría estando así hasta que hablara con todo el mundo. JongDae había querido evitar tener que contarle a BoMi qué era lo que le sucedía, pero realmente no tenía más opción, así que lo haría al día siguiente. Aquella noche, quería hablar con SuHo y ver qué era lo que éste tenía que decirle para poder tomar una decisión con respecto a aquel tema.

Aquella noche en el Playboy, JongDae se convirtió en Chen para salir al escenario, pero una vez acabó su tiempo allí arriba, el chico volvió a ser JongDae para poder hablar sinceramente con SuHo.

Entró al privado que tenía asignado con las manos sudándole y con su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho porque desde el día que lo había masturbado, no había vuelto a estar a solas con él y se sentía muy ansioso sobre lo que iba a pasar. Estaba nervioso, pero intentó que no se le notara cuando avanzó hacia el otro hasta quedarse de pie frente a él, a solo unos pocos centímetros de distancia. JongDae vio en la penumbra cómo SuHo alzaba su mano hacia su cintura y la agarraba para hacer que se sentara sobre sus piernas, como siempre había hecho; sin embargo, el chico se resistió y no se dejó caer sobre su cuerpo, como siempre había hecho.

—¿Sucede algo? —escuchó preguntar a la voz suave del otro.

—Sé que has pagado para que te baile —murmuró en respuesta, tras coger aire, buscando la valentía que sentía que necesitaba—, pero tengo que hablar contigo de algo.

—Lo siento —fue lo que dijo inmediatamente después SuHo—. Sé que no está permitido que los clientes hagan todo lo que yo te he hecho a ti… está muy mal y no quiero que me odies o que me mandes a ese segurata con tan mala hostia que tenéis en la puerta… pero no pude detenerme… —su voz sonaba realmente afligida, por lo que JongDae no tuvo ningún problema en dilucidar que estaba siendo sincero con él.

—No es eso… —le contestó—. Tiene que ver con eso… pero no es exactamente…

—¿De qué se trata, entonces? —preguntó él.

—Estoy muy confuso —susurró JongDae y, ésa vez sí que se dejó arrastrar por el brazo de SuHo hasta que cayó sentado sobre sus piernas, notando aquel olor tan familiar que emanaba de su cuerpo y sintiéndose mucho más calmado que antes—. Me siento confuso sobre lo que está pasando entre tú y yo… si es que algo está pasando —continuó—. Yo comencé a trabajar aquí solo porque necesitaba mucho dinero y rápido para poder terminar de pagarme los estudios y para no avergonzarme al no ser capaz de comprarle algo a mi chica que ésta pudiera querer… todo iba bien… hasta que llegaste tú —JongDae reunió todo el valor que tenía para mirar los ojos del chico que tenía en frente, encontrándolos totalmente serios y con un brillo de esperanza—. Tú… con tus acciones… con tus besos… me confundes… —volvió a agachar la cabeza, incapaz de mantener más aquella mirada—. Me confundes y no sé qué hacer…

—Yo… no sabía nada de esto —murmuró SuHo, retirando delicadamente con sus dedos los cabellos desordenados de la frente de JongDae—. Yo no quería hacerte sentir mal… al contrario, quería hacerte sentir bien… quería que me tuvieras en cuenta… porque yo no puedo dejar de pensar en ti…

JongDae tragó saliva al escuchar aquellas palabras y, en parte, se sintió un poco aliviado porque no era el único que no dejaba de pensar en el otro; pero también sintió que todo se le iba de las manos. SuHo parecía sentir algo por él y al chico le gustaba eso, muchísimo, porque su corazón latía rápidamente ante aquella especie de confesión que acababa de recibir. Sin embargo, seguía confuso, muy confuso. ¿En qué lugar lo dejaba aquello?

—¿Qué puedo hacer…? —susurró.

—Yo no puedo decírtelo… —contestó SuHo—. Es algo que debes decidir tú… porque si por mi fuera, te diría que deberías pasar conmigo el resto de tu vida y así no tendrías ninguna preocupación más…

JongDae no pudo evitar sonreír ante aquella propuesta y luego aceptó el abrazo que SuHo le dio, acurrucándose contra él y sintiendo la calidez que desprendía. Quizás podría aceptarlo si siempre iba a ser de aquella manera, pero sabía que también tendría problemas junto a él, muchos problemas.


★★★


            Después de que SuHo lo llevara a casa en su coche la noche anterior, JongDae no había podido dormir nada porque se había pasado toda la noche pensando en lo que le habían dicho todas las personas con las que había hablado ese día. Todavía no había decidido nada, solo sabía que tenía que hablar con BoMi antes de que todo llegara más lejos para poder saber qué era lo que debía hacer; por eso le había mandado un mensaje a su chica nada más levantarse de la cama, a unas horas más o menos normales para el resto de personas, teniendo en cuenta que era fin de semana, pero fue cuando el chico ya estaba duchado y desayunando en la cocina que ella le contestó.

            Podían quedar para hablar perfectamente aquel día mientras almorzaban en algún lugar. JongDae se pasó la mañana intentando ordenar sus pensamientos y los acontecimientos de los últimos tiempos para poder hablar con BoMi tranquilamente y, cuando la hora de quedar se acercaba, se vistió y salió de casa en dirección al pequeño restaurante que había sido escogido para pasar aquella cita. JongDae mentiría si dijera que no estaba nervioso, porque lo estaba, y mucho, pero intentó parecer natural al resto del mundo hasta que llegó al lugar de encuentro, después de haber tenido que hacer un par de trasbordos. No tuvo que esperar demasiado para ver la figura de su chica aparecer entre la multitud y no pudo evitar que un nudo se le formara en la garganta cuando vio la encantadora sonrisa que ella esbozaba.

            —Me alegra mucho poder verte —le dijo cuando llegó a su lado, colgándose de su brazo, como siempre había hecho. A JongDae nunca le había molestado aquel gesto de cariño, pero en ese momento, solo quería que BoMi mantuviera un poco las distancias para poder seguir pensando con claridad. Aun así, no la apartó porque no quería herir sus sentimientos, no al menos tan pronto.

            —¿Entramos? —dijo en su lugar.

            Habían quedado en la puerta del pequeño restaurante, por lo que solo tuvieron que dar algunos pasos para internarse en el establecimiento. Buscar una mesa fue bastante fácil porque nunca había habido mucha gente en aquel rinconcito que solo muy pocos conocían y pedir lo que iban a comer fue coser y cantar porque se sabían la carta de memoria, de tantas veces que habían ido a aquel lugar en todo aquel tiempo que llevaban juntos.

            —Había algo que querías decirme, ¿no? —le preguntó, dándole un pequeño sorbito a lo que había pedido para beber. JongDae la miró a los ojos por primera vez y asintió solemnemente—. ¿Es algo grave? —cuestionó ella, tras observar su expresión durante algunos momentos.

            —No es que sea grave… —murmuró—. Pero es delicado…

            —¿Qué sucede? —BoMi tomó entre sus manos la mano que él había dejado sobre la mesa, dándole apoyo moral y el chico se odió por haberla tenido preocupada de aquella manera todo ese tiempo, pero sabía que si se lo hubiera dicho desde el inicio, todo habría sido mucho más complicado para ambos.

            —Sabes que estoy en la universidad solo gracias a las becas, ¿verdad? —comentó—. Pero el dinero que me dan no es suficiente para pagar la vida universitaria… por eso, nunca he estado muy holgado con el dinero…

            —¿Estás falto de dinero? —le preguntó ella, viendo perfectamente por dónde iba el tema. JongDae asintió—. Sabes que si necesitas algo, te lo puedo prestar…

            —No, no… no puedo aceptar que nadie me dé dinero —respondió rápidamente—. Menos tú, que eres mi chica… —BoMi apretó los labios en una fina línea—. Por eso, para ayudar un poco en mi casa me puse a trabajar y por eso es por lo que apenas he tenido tiempo para ti estos últimos tiempos.

            —Oh —la boca de BoMi se abrió, formando una perfecta “o”, sorprendida—. ¿Por qué no me lo dijiste? Podría haber estado mucho menos pesada contigo y te habría ayudado con lo que hubiera podido…

            —No quería involucrarte en esto —murmuró él, agachando su cabeza.

            —Bueno… ¿dónde has estado trabajando?

            Aquella era la pregunta que no quería que le hiciera, porque era la que iba a desencadenar que le tuviera que explicar todo y, en el fondo, no quería hacerla pasar por ese mal trago. Sin embargo, había ido allí para exponer toda la verdad y para que pasara lo que tuviera que pasar. Sin remordimientos, sin reproches. JongDae tenía que decir toda la verdad.

            —En un club de striptease gay.

            BoMi, que había estado bebiendo de su vaso, casi se atragantó con el refresco y JongDae le tuvo que tender una servilleta para que se limpiara la boca de los restos de líquido que habían salido de ella. Era una noticia impactante, el chico lo sabía.

            —¿Por qué? —fue lo primero que le dijo ella, después de toser unas cuantas de veces más—. ¿Por qué allí?

            —Era un sitio que uno de mis amigos conocía y tenía mano con el dueño —respondió, intentando ser lo menos brusco posible, porque poco a poco, aquello se iría haciendo peor y no quería empezar mal desde el principio—. Estaban buscando gente y pagaban muy bien simplemente por una parte del trabajo, la otra dependía de cuánto éxito tuvieras entre los clientes y pagaban demasiado bien si tenías mucho… —el chico bebió de su vaso porque sentía su garganta realmente seca—. Al principio pensé en declinar la oferta, pero era el lugar en el que menos tenía que hacer y en el que más iba a cobrar.

            —No es un lugar muy convencional en el que trabajar… —comentó ella—, pero si pagaban bien, entiendo que aceptaras la oferta… pero… no tenías que hacer nada malo, ¿verdad? ¿Es por eso que no me lo habías contado? —hizo una pausa durante unos segundos y después continuó—. No te habrás tenido que acostar con algún tío, ¿no?

            JongDae tragó saliva de nuevo. Técnicamente, no tenía que acostarse con ningún cliente, pero lo había medio hecho con uno de ellos, con uno que lo tenía tan confuso que había hecho que su vida personal se fuera al garete en un tiempo récord.

            —Mmmm… mi trabajo era simplemente bailar en el escenario quitándome un poco de ropa —comenzó—. Allí hay unos grandes bailarines que hacen espectáculos maravillosos, pero como los clientes solo quieren ver carne, en realidad, pues no desentonaba tanto —intentó esbozar una sonrisa, pero no pudo hacerlo porque todavía tenía más cosas que contar.

            —Oh… entonces no era un trabajo tan malo… ¿no? —dijo ella—. Los clientes solo te miraban, no podían tocarte…

            —La otra parte de mi trabajo era hacer bailes privados… generalmente lapdances… pero solo las he hecho para una persona… que ha estado pagando todas las noches que trabajaba para que me sentara sobre sus rodillas y lo… pusiera… cachondo… —lo último lo susurró, ya que, a pesar de que se encontraban en un sitio que no era frecuentado por muchas personas, no quería que las pocas que había se enteraran de aquello.

            —¿Qué? —cuestionó la chica.

            JongDae alzó la cabeza para observarla. Parecía entre sorprendida y algo herida por las cosas de las que se estaba enterando en aquellos momentos. El chico sabía que si seguía adelante se iba a llevar mínimo una bofetada, pero tenía que hacerlo, tenía que decirlo para estar en paz.

            —Supuestamente lo único que tenía que hacer con él era eso… pero una vez me besó y yo le correspondí… y… me tocó…

            —Pero… pero… JongDae… —jadeó ella, probablemente incapaz de creer lo que estaba escuchando.

            —Me tocó y me dejé… porque me gustó…

           El chico cerró sus ojos, esperando que lo siguiente que sintiera fuera la mano abierta de su chica. Sin embargo, por mucho que esperaba, no sentía nada, así que, volvió a abrir los ojos, para ver cómo desde los de BoMi caían lágrimas. JongDae alzó su mano, intentando retirarlas, pero ésta le dio un manotazo y lo alejó de ella. Estaba dolida, muy dolida. Él lo sabía, sabía que algo como aquello podía suceder, pero también sabía que lo mejor era hablarlo con ella.

            —Ahora mismo me estarás odiando… lo sé, lo merezco… —murmuró—. Pero llevo una semana dándole vueltas a la cabeza, sin saber qué hacer, hecho un lío porque no tengo nada claro y solo quería decírtelo, quería que lo supieras y quería que me ayudaras…

            —Me has puesto los cuernos, Kim JongDae… —susurró ella, al parecer, sin escuchar sus últimas palabras.

            —No… técnicamente…

            —Me has puesto los cuernos… con otro hombre… —BoMi respiró hondo varias veces, como si de aquella forma intentara serenarse, pero sin conseguirlo.

            —BoMi…

            —¡Te odio! —le gritó, llamando la atención de todo el mundo que allí se encontraba, JongDae que se calmara, pero no lo consiguió—. ¡No me toques! ¡No me toques con esas manos! —BoMi se levantó de la silla y lo miró fijamente a los ojos, casi echando fuego por los suyos, totalmente enfadada, sin escuchar nada de lo que le pudiera decir.

            —BoMi…

            —No me vuelvas a hablar más, no me vuelvas a buscar… —y tras decir aquello, recogió su bolso y se fue del lugar.
           
            JongDae observó cómo la espalda de la chica que hasta hacía solo unos momentos era su novia se alejaba de él sin que pudiera ponerle remedio alguno. Él solo había sido sincero con ella, le había intentado explicar las cosas, pero ante la mención de lo que había sucedido con SuHo ya no había querido escucharlo más. El chico se sintió mal, muy mal por BoMi, porque si su corazón dolía, no quería ni imaginar lo que debía estar doliendo el de ella, pero no había otra cosa más que pudiera hacer sobre aquello, solo le había quedado esperar que ella lo comprendiera o que no lo hiciera, como había pasado. Ahora que ya no estaba atado a ella, JongDae podía tener un poco más de libertad a la hora de tomar sus decisiones.


★★★


Cuando Kim JongDae abrió sus ojos a la mañana siguiente, se sintió un poco desubicado. Estaba en su casa, en su habitación, donde había despertado más mañanas de las que podía recordar y, sin embargo, notaba algo distinto... no en la habitación exactamente, sino en su interior, algo que lo hacía ver su dormitorio de una forma diferente. Quizás se debía a que ya no se sentía como las últimas veces que había despertado allí, quizás era porque ya había hablado con las personas pertinentes y se había sincerado con todas ellas, quizás al haberse quitado un peso como aquel de encima, JongDae veía el mundo con otros ojos.

Aquella mañana se duchó cantando a todo volumen las canciones que más le gustaban y se lavó los dientes con una enorme sonrisa que no abandonó su rostro ni cuando estaba comiendo. Su madre le había preguntado en varias ocasiones qué era lo que le había sucedido para tenerlo tan contento, pero él simplemente negaba con la cabeza y le decía que no había pasado nada en especial, que solo le parecía que iba a ser un día maravilloso. Ya habría tiempo de contarle a su madre que ya no estaba con BoMi, ya habría tiempo de preocuparla a ella con aquellas cosas.

Se despidió de su madre cariñosamente y después salió de casa con energías renovadas en dirección a la universidad. Ese día tenía las clases más aburridas del mundo, pero a JongDae no le importaba realmente, solo tenía que prestar atención, coger todas las notas que pudiera y estudiarlas hasta sacar una buena nota en el examen. Su sonrisa todavía estaba pintada en su cara cuando llegó a clase, pero ésta se le borró inmediatamente al ver allí a todos sus amigos, esperándolo, a pesar de que ninguno de ellos tomaba aquella asignatura… algunos de ellos estudiaban cosas que ni siquiera tenían que ver. El chico se extrañó, pero un segundo después cayó en que todos ellos estarían allí para saber qué era lo que había pasado el día anterior.

—¿Qué os trae por aquí? —les preguntó a sus amigos, sentándose junto a ellos.

—Nos trae por aquí que no hayas contestado a ninguna de nuestras preguntas en el grupo —respondió BaekHyun, señalando su teléfono.

—¿Hablaste con SuHo y con BoMi? —le cuestionó KyungSoo y el chico asintió—. ¿Y qué?

—Bueno… me sinceré con ambos —dijo, en voz baja. Sus amigos se acercaron un poco más para poder escucharlo—. SuHo me dio a entender que se siente atraído por mí… y BoMi me dejó ayer…

—¿¡Qué!? —la voz grave de ChanYeol reverberó en el aula y todos los alumnos se giraron a ver qué era lo que hacían. JongDae cerró sus ojos, avergonzado.

—No lo he entendido. Repite —le pidió YiFan solemnemente.

—Eso que habéis escuchado. BoMi me dejó ayer —volvió a repetir—. Le conté todo y la única conclusión que sacó era que la había estado engañando con SuHo y ya está, así que, me gritó que no quería volver a verme nunca más y se fue llorando.

—Pobre chica —murmuró KyungSoo—. Te dije que le tenías que haber contado todo esto desde el principio, así lo de SuHo ni siquiera habría ocurrido y tú seguirías felizmente con ella.

—Todo esto no habría sucedido si no fuera pobre como una rata —replicó JongDae—. Si pudiera pagarme tranquilamente la universidad, no habría tenido ningún tipo de problema con ella.

—Bueno… ¿cómo te sientes ahora? —le cuestionó YiFan.

—La verdad es que me siento un poco más relajado y ligero, como si me hubiera quitado un gran peso de los hombros al hablarlo con las personas implicadas —dijo—. Sin embargo, también me siento un poco mal por BoMi.

—¿Te gustaría que ella te perdonara y volvierais a salir? —aquella pregunta se la hizo ChanYeol y JongDae negó con su cabeza.

—Prefiero que no. No quiero hacerla sufrir más y ahora mismo quiero comprobar qué es lo que me pasa con SuHo para poder dejar de estar tan confuso.

—¿Vas a probar en mi acera? —comentó YiFan, en un tono burlón y el chico no tuvo más opción que pegarle y después poner cara de pena para que no hiciera bromas con aquello.

Después de aquello, sus amigos se fueron de su clase porque ya había llegado el profesor y JongDae se pasó el día concentrado en lo que le tocaba, sin pensar en nada más, porque ya tendría tiempo para pensar cuando acabara su jornada lectiva y fuera al Playboy.

Como cada día, después de clase, el chico se dirigió hasta el establecimiento en el que trabajaba, charló con sus compañeros y se subió al escenario para hacer su espectáculo bajo el nombre de Chen. Más tarde, se dirigió al privado de siempre, donde lo esperaba SuHo, la persona que había comenzado a darle problemas uno tras otro pero por el que JongDae se sentía inexplicablemente atraído.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó el joven rico cuando se sentó sobre sus rodillas y JongDae asintió.

—Me encuentro perfectamente.

—¿Has hablado con tu novia sobre algo de lo que ha pasado aquí? —el chico estaba intentando hacer su trabajo, pero la pregunta lo dejó estático y suspiró levemente. Había pensado en decirle todo lo que había pasado con BoMi, pero no tan pronto… aun así, ya que le había preguntado, podía darle una respuesta.

—Quedamos ayer y le expliqué todo —respondió.

—Si has vuelto eso solo puede significar dos cosas —murmuró el otro—. Que no le importa o que habéis cortado… ¿qué ha sido?

—Opción B —susurró JongDae.

En ese momento, SuHo tomó su rostro entre sus manos y le plantó un beso en los labios que lo dejó sin respiración. Cuando se separó de él, lo hizo lenta y gradualmente, dejando besos cortos sobre los labios ajenos que hicieron a JongDae sonreír levemente.

—Si no crees que es demasiado pronto… me gustaría que tuviéramos una cita —murmuró el otro, haciendo que su corazón se saltara un latido—. Quiero decir, me gustas… y me gustaría poder probar… si a ti no te importa…

—Creo… que salir a dar una vuelta… no estaría mal… —tartamudeó JongDae. Quizás fuera un poco pronto, sí, pero cuanto antes se aclarara con lo que sentía por él, mejor.

—Perfecto —el otro dejó un beso en sus labios, como si cerrara de aquella forma su promesa—. Por cierto… no me llamo SuHo —le comentó—. Mi nombre es Kim JunMyeon… pero no me gusta que nadie sepa que vengo a sitios como éste —JongDae escuchó su risa tímida y no pudo evitar reír él.

—Bueno… mi nombre tampoco es Chen —le contestó—. Soy Kim JongDae.

—Encantado de conocerte, JongDae —le susurró JunMyeon antes de volver a besarlo.


★★★


            Dos semanas después de que todo sucediera, JongDae se encontraba sentado en un banco cerca de las orillas del río Han. Un pequeño parque se encontraba a sus espaldas y los niños corrían de un lado a otro por el césped, siendo perseguidos por sus padres en aquel domingo en el que muchas personas descansaban de su trabajo. El chico tenía sus ojos cerrados y se dejaba envolver por todo el sonido que había a su alrededor, relajándose mientras esperaba a la persona con la que había quedado.

            Si pensaba en la locura en la que había vivido en los últimos tiempos, el chico no sabía cómo no había acabado majara porque realmente había sido todo demasiado. Menos mal que, desde que lo había aclarado todo, su vida había vuelto a su anterior rutina en la que simplemente iba a la universidad, hacía trabajos para entregarlos a tiempo y se encontraba con sus amigos. Lo único que había cambiado en realidad había sido que, por las noches, se enfundaba en ropas ajustadas y reveladoras y bailaba sobre un escenario, pero aquello era algo que se había vuelto una rutina rápidamente.

            JongDae sintió en un momento determinado que la luz del sol dejó de llegarle debido a que alguien se había interpuesto entre ella y su cuerpo, así que, no tuvo más remedio que abrir sus ojos, encontrándose al hacerlo a JunMyeon frente a él con una sonrisa encantadora. El chico le devolvió otra y lo invitó a que se sentara junto a él en el banco.

            Otra cosa que había cambiado era que ya no era BoMi con quien se encontraba cuando salía en citas, ahora era JunMyeon quien ocupaba aquel lugar y, aunque JongDae seguía sintiéndose un poco confuso al respecto sobre ese tema en concreto, le gustaba pasar tiempo con el mayor y aprender cosas de él. Quizás debían solucionar ese aspecto, pero por el momento, ambos estaban bien de aquella forma.


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