miércoles, 27 de julio de 2016

(HwaByul) Ninfómana -Mini serial- Capitulo 3


Nota: ¡Muy buenas! Ya por fin os dejo otro momento algo pervertido entre estas dos. Hwasa está un poco necesitada de Moonbyul, y es normal, quién no. Tsk.(?) Espero traeros más cosillas pronto y que os gusten. ^^

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De vez en cuando le llegaba alguna mirada furtiva por su parte pero desde la vez que estuvo en su despacho y pasó lo que le pasó con la psicóloga de la empresa, no volvió a tener una conversación con ella.

Sabía que estaba pendiente de ella. Sentía su mirada sobre cada uno de sus movimientos cada vez que pasaba por delante suya, pero por su parte no se quedaba corta ya que al final, siempre acaban fijándose en sus labios o en su alta figura.

No podía dejar de imaginar lo que era sentir sus finos dedos recorriendo hasta el último centímetro de su piel. Eso la estaba desesperando.

Antes no tenía ni la más remota idea de lo que se sentía al tener sexo de esa manera, después ni siquiera sabía cómo encontrar a la encargada de hacérselo sentir. Pero ahora que la tenía tan cerca, que la veía cada día, le desesperaba saber lo que era capaz de hacerle sentir y no poder sentirlo.

Porque después de todo, no había vuelto a cruzar palabra con ella. No lo sabía pero tenía que hacer algo o acabaría volviéndose loca. Por no decir que estaría tentada de echarse sobre ella a la más mínima, hasta que la acusaran de abuso sexual. Aunque poco le importaba ya a esas alturas.

Ese día estaba tan impacientada que ni siquiera llegaba a concentrarse para trabajar. Y eso que justo ese día tenía una gran cantidad de papeleo. A ese paso acabaría volviendo a casa a las tantas.

Suspiró irritada sin saber qué hacer. Hasta que uno de sus compañeros, uno que hablaba bien poco con ella, le dejó sobre la mesa una cesta con bombones.

-¿Qué es esto? -Preguntó Hwasa. Su cara de asco espantó un poco a su compañero ¿Pero qué creía? Se lo había traído sin decir nada. Lo más normal era que ella pensase que el procedente fuera él.

-No me mires así, no es mío. Me lo ha dado un joven que trabaja en la tienda de dulces al final de calle diciendo que era para ti. Si quieres saber quién es tu admirador, míralo en la tarjeta que lo acompaña, que para eso está. -El tono que usó no le gustó nada a Hwasa.

-Estúpido -Murmuró para sí misma cuando su querido compañero se largó de allí. Estiró la mano para acercarse la cesta y buscar la dichosa tarjeta.

No le interesaba lo más mínimo los bombones, eso la engordaría. Pero de lo que si sentía una inmensa curiosidad es saber a quién se le había ocurrido la grandiosa idea de mandarle unos bombones. A ella.

Por fin dio con la tarjeta. Un trozo de papel doblado. Qué cosas más cutres. Sin embargo cuando lo abrió casi se cae del asiento. Un hombre no besa un trozo de papel dejando una marca roja bien delineada.

“Te espero en el baño a las 5 en punto. Besos de chocolate”

¿Besos de chocolate? Pero qué… Al levantar la vista lo entendió todo. Los chocolates que le habían enviado se llamaban “Besos de chocolate” porque tenían forma de labios. Chocolate que recubría caramelo de sabor de fresa.

Pero aquel mensaje tenía otra cosa, otro significado. Miró la hora, eran casi las cinco. Observó a su alrededor, nadie la miraba. Dedicó otro vistazo a la nota y guardándola donde nadie pudiera leerla, se levantó y se fue al baño de la planta.

Si su corazonada era buena, sería muy bueno ir lo más pronto posible al baño y ver si tenía razón o qué era.

Se aseguró que nadie la viese entrar al baño. Aunque era de lo más normal, así que no tendría por qué parece nada sospechoso. Sin embargo ella lo sentía así, tenía que asegurarse que nadie la viera entrar al cuarto de baño y que tardaba más de la cuenta en salir.

Dentro todo estaba vacío. Allí no había nadie. Tal vez no era lo que ella esperaba que fuese. Comprobó cada uno de los rincones del cuarto de baño pero era como había deducido nada más entrar, estaba vacío.

Sin embargo cuando estaba a punto de marcharse de allí, escuchó la puerta del cuarto de baño abrirse y cerrarse. Al girarse la vio allí. Estaba mirándola con los ojos puestos en su pronunciado escote.

Había comenzado a ponerse camisas con escote pronunciado a propósito desde que supo que trabajaba allí, para llamar su atención y provocarla. Para que en algún momento pudieran tener algo de intimidad. Y por lo visto había funcionado, porque no apartaba sus dos hermosos ojos de sus pechos.

-Pensaba que no ibas a venir -Las palabras de Byulyi salieron de su boca muy sensuales, demasiado quizás.

-Y yo creía que ya pasabas de mí después de hacerme todo lo que has querido y más -Hwasa caminó un poco hasta acercarse a ella y ponerse a tan solo unos centímetros de donde estaba.

-Tampoco has protestado por lo que te he hecho ¿Acaso no te gustaba? Aún me puedo dar media vuelta e irme.

-¿Lo harías?

-No -Casi sin ser capaz de darse cuenta de lo que estaba pasando, sintió la mano de la psicóloga en su cuello, obligándola a acercarse más. Tanto que sus frentes estaban juntas.- No me voy a ir de aquí y tú tampoco. Eres mía y lo vas a ser las veces que haga falta.

Hwasa contuvo el aire por un momento. Al estar presente de la otra, no le hacía ni el más mínimo asco al acto que había tenido. Todo lo contrario, le había encendido una pequeña chispa en su cuerpo.

-Entonces hazme todo lo que quieras. Aquí me tienes, solo para ti -No lo podía evitar, la estaba deseando. Quería saber con qué la sorprendería aquella vez.

-Dime una cosa antes ¿Ya has probado los chocolates? -Deslizó uno de sus dedos por su mejilla, hasta llegar a sus labios. Los rozaba con la yema muy lentamente. Estaba comenzando a jugar con ella y eso le gustaba.

-Aun no, pero estoy dispuesta a probarlos contigo si te parece bien -Aquel tira y a floja le estaba encantado, sobre todo si ella misma podía participar también.

Entreabrió los labios de manera sinuosa para poder atrapar su dedo y con la punta de la lengua, humedecerlo muy lentamente. Además de eso tenía la mirada clavada en sus ojos para ver la expresión que dibujaba cuando se diera cuenta de que ella tenía intenciones de jugar también.

-Veo que… estás muy traviesa. Eso me gusta -Byulyi la dejo jugar con su lengua durante un momento pero cuando se cansó, apartó la mano de su rostro y estampó sus propios labios sobre los de Hwasa, tal y como ella deseaba sentir.

Sus labios eran como viajar a un mundo mágico. Se había pasado las últimas horas recordando aquellos labios sobre su zona más íntima. Y tan solo con el hecho de volver a recordarlo, sintió como un cosquilleo le recorría todo su sexo.

El beso fue tomando intensidad, cada vez más fogoso. Ahora podía sentir como sus lenguas necesitaban ansiosamente poder unirse a aquel beso. Un roce que habían perfeccionado con tan sólo dos encuentros que habían tenido, y ya era demasiado dulce y excitante.

-Una cosa ¿y si nos pilla alguien? -A Hwasa se le pasó a aquella duda por la mente, lo que le provocó a Byulyi cierta gracia.

-¿Después de nuestro fortuito encuentro en el metro te da miedo que nos vayan a pillar ahora? Deberías confiar un poco más en mí -Y con su juguetona lengua proporcionó un pequeño lamento en la comisura de los labios de la chica.

-La verdad es que no -El cosquilleo y la excitación dentro de su cuerpo cada vez eran mayores, aumentado a marchas forzadas, con cada uno de los gestos que la psicóloga tenía con ella.

-Perfecto. Porque espero que estés preparada para no gemir muy alto, no vayan a pillarnos -Byulyi le guiño un ojo antes de llevar muy directa, su mano hasta el sexo de Hwasa.

Había sido tan rápido que ni siquiera le dio tiempo a deducir qué intenciones llevaba. No hasta que sintió aquellos finos dedos sobre su zona más sensible, lo que hizo que un escalofrío le provocará una mayor excitación.

-Te necesito muy, pero que muy, húmeda ¿será eso posible? -Las palabras murmuradas por Byulyi tan cerca de su oído, solo conseguían que se excitara mucho más. Por lo que su pregunta hizo que soltara una pequeña carcajada.

-¿Pero es que no lo estoy ya? Compruébalo -La estaba retando y lo estaba haciendo a conciencia. Sabía que si lo hacía, acabaría haciendo algo peor y por sus intenciones, era consciente de que le encantaría hiciera lo que hiciese.

A pesar de no verla intuyó que sonrío de manera ladina. Tan solo se habían encontrado dos veces más, pero ya conocía parte de su actitud y cómo jugar con Byulyi. Estaba bien que le hiciese de todo, que se dejase hacer, pero a veces no estaba nada mal tomar ella las riendas. Aunque tenía claro que aquella vez no iba a ser su momento.

Bajo su falda, los dedos de la psicóloga se volvieron ágiles. Comenzaron hacer un sinuoso masaje, a pesar de tener todavía las bragas puestas. Parecía que sabía perfectamente donde se encontraba ya cada zona de su sexo.

Sin embargo, fue uno de sus traviesos dedos que se enganchó al filo de sus bragas y tiró de ellas hasta dejárselas a la altura de los tobillos ¿Cómo podía desarmarla con tanta facilidad? El control que tenía sobre ella y tan imponente que Byulyi se veía, la calentaba aún más.

Ahora sus dedos palpaban su entrepierna, con unas caricias muy lentas y extasiantes. Hwasa pasó un brazo por sus hombros, abrazándose a ella. No quería quedarse allí quieta sin llegar a participar activamente en aquello, así que sin que la otra se lo esperase, metió una mano por el cuello de su camisa tanteando hasta dar con el borde del sujetador.

Sabía que iba a encontrar debajo lo que quería. Explorando más, dio con uno de los pezones de Byulyi, que estaba muy duro. Pero ya se encargaría ella misma de ponerlo mucho más con pequeños y excitantes pellizcos.

-¿Te estás divirtiendo con esto? -Byulyi tenía dibujado en el rostro una expresión de estar pasándoselo en grande, además de estar disfrutando con ello.

-Mucho -Hizo cierto énfasis en esas palabras, le quiso poner un tono picaresco y excitante. Además lo acompañó de un gemido algo actuado, pero con el fin de provocarla.

-Entonces espero que estés bien preparada para lo que te espera -Una misteriosa sonrisa se perfiló en su rostro. Una sonrisa que le provocó una pregunta ¿Qué tenía pensado hacerle?

Pero a Hwasa no le dio tiempo ni abrir los labios para formular su pregunta, cuando la psicóloga retiró sus perfectos dedos de su sexo y con un movimiento algo brusco, hacer que se girara, dándole la espalda.

Jamás hubiese imaginado el punto en el que la psicóloga hubiese comenzado a volverla loca. Y solo la había cogido y le había dado la vuelta, hasta obligarla a echarse encima del lavabo de tal manera que tenía su trasero a la vista de ella.

Quiso decir algo pero estaba disfrutando de cómo le subía la falda hasta dejársela a la altura de la cintura, y con una mano darle una palmada bien fuerte en uno de sus glúteos. Un pequeño gemido mezclado de placer y dolor, se escapó de manera traviesa de sus labios. Sabía que aquello le iba a gustar bastante a Byulyi.

La verdad es que su imaginación podía deducir todo lo que quisiera, pero lo que jamás iba a esperar era lo que a continuación ocurrió. Ese día la psicóloga llevaba unos pantalones poco ajustados y cuando se desabrocho la cremallera, y se pegó completamente a sus nalgas, descubrió que había algo duro allí.

No podía ser un hombre en realidad, porque ella sabía lo que tenía entre sus piernas. Entonces fue cuando su cabeza conector diferentes términos y entendió que lo que llevaba puesto Byulyi era una arnés.

Hwasa sintió como aquel pene de plástico bien duro, se metía entre ambas piernas cuando la psicóloga se pegó completamente a ella.

Algo que, si lo pensaba en frío podría ser bastante pervertido, pero que en ese momento la estaba excitando terriblemente, fue cuando Byulyi agarró con la mano aquel consolador y le dio unos ligeros toques con este en su sexo.

-Joder… -Fue una palabra que sin querer salió de sus labios pero es que nadie se podía imaginar lo excitada que se estaba sintiendo con aquel simple acto

-¿Qué te ocurre, querida? ¿No te gusta? -Las palabras de Byulyi era como si no fuera consciente de lo que le estaba provocando en su cuerpo. Como le gustaría devolvérselo.

-Que me ocurre pregunta… -Cuando volvió a sentir aquel ligero toque, pero esa vez la psicóloga procuró que sintiera la punta de aquel consolador frotando su sexo, se le escapó un pequeño suspiro algo profundo. Aquello le provocaba más placer, que si hubiese sido real el consolador.

-Bien, si no tienes ningún problema, entonces… -Sin previo aviso ni nada y con ayuda de su mano, la psicóloga la penetro con el consolador que estaba unido al arnés que llevaba.

¿Cómo era posible que aquel acto que muchas veces había tenido con hombres no lo hubiese sentido tan placentero como aquella vez? Tal vez porque lo estaba haciendo aquella mujer qué tanto la excitaba. Sabía lo que tenía que hacerle para que su propio cuerpo reaccionara con voluntad propia.

Fue cuestión de segundos en lo que tardó en comenzar a mover sus caderas de adelante hacia atrás, comenzando ese vaivén de penetración, que estaba excitando demasiado a Hwasa.

Para más inri, después de varios movimientos de ella, le dio algún pequeño botón que tenía el arnés para así hacer que el consolador vibrara. Ahora tenía una máquina vibradora dentro de ella que le estaba removiendo completamente. Por no hablar de lo que estaba sintiendo recorrerle el cuerpo entero.

Un gemido por el placer y la sorpresa de aquello la delató, provocando una sonrisa de satisfacción en Byulyi, que aprovechó eso para penetrarla con más ganas.

Hwasa se tuvo que agarrar como pudo al bordillo del lavabo debido a las embestidas que recibió por parte de la otra. Además no fue lo único que le estaba haciendo. De vez en cuando sentía como su mano le palmeaba uno de sus glúteos una y otra vez. Ya no se entera ni siquiera el dolor, solo eran ráfagas de placer que se expandían por su cuerpo.

El miedo a que alguien la escuchase gemir ya se le había pasado totalmente. Simplemente dejaba que los gemidos salieran de su garganta tranquilamente, era consciente que aquel hecho excitaría mucho más a la psicóloga.

Lo que acabó haciendo es dejarse llevar por los sentimientos y el placer que la inundaban, como hizo la primera vez que sintió el arte de Byulyi estimulándola. Aquella cosa vibradora dentro de ella, el calor que emanaba de la otra y que lo podía sentir en sus carnes cada vez que la rozaba y el hecho de que, no sabía cómo, se sentía en el paraíso, hacía de Hwasa una presa fácil.

Nunca antes sintió nada similar, por lo que en cuestión de unos minutos más, escuchando palabras muy sucias por parte de Byulyi, provocaran que un torrente de placer recorriera hasta el último rincón de su placer, llegando a un éxtasis como nunca antes había sentido.

Estuvo jadeando un buen rato. Necesitaba oxigeno después de aquel acto que ambas habían llevado acabo.

Ni siquiera se percató cuando Byulyi le sacó el consolador ya, que lo había limpiado un poco, y devuelto a estar escondido en su pantalón.

-No deberías está mucho más tiempo con el culo al aire, se te puede resfriar -Notó como depositaba un beso en uno de sus cachetes, antes de dirigirse a la puerta.- Ah, una cosa. Mañana te quiero a primera hora en mi despacho. No llegues tarde.

Y con un guiño, la dejó allí sola, en el cuarto de baño y muy exhausta. Tenía razón, no podía seguir con el culo al aire.


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